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Transcantábrica off road Transcantábrica off road
No habré hecho mas de 6.000 km desde que volví de mi viaje por Sudamérica y esto es inaceptable. Vale que necesitaba un descanso... Transcantábrica off road

No habré hecho mas de 6.000 km desde que volví de mi viaje por Sudamérica y esto es inaceptable. Vale que necesitaba un descanso y sobre todo recuperar mi maltrecha economía, vale que he estado haciendo otras cosas y viviendo otro tipo de aventuras, vale que hemos tenido un invierno en el norte de España de los más asquerosos que se recuerdan y que no apetecía demasiado salir en moto. Pero ya estaba bien.

TranscantábricaLo mejor de haber hecho mi viaje así público es la cantidad de gente que se conoce y que vienen a verme a Santoña. Lo peor es que algunas veces se pasa vergüenza cuando algún desconocido te para por la calle y te dice ¿Tú eres McMartin no? Pero bueno, eso es otra historia.

Por todas estas cosas un día se acercó a Santoña Juan Mulero para presentarse y decirme que estaba preparando junto con los valencianos del Che Team una ruta transcantábrica offroad de varios días y me pedía que le ayudase con los tracks para cruzar Cantabria. La idea molaba mucho y automáticamente decidí enrolarme con ellos en este viaje.

He descubierto la magia de viajar solo aunque no desprecio ni mucho menos la idea de viajar con algún amigo, pero lo de hacer algo así en grupo grande y de completos desconocidos era lo menos atractivo de la propuesta. No por ellos, que al ser moteros, traileros y valencianos (soy 1/4 valenciano) estaba garantizado que serían buena gente. Era más bien por mí, que no sabía qué tal se me daría esto de las relaciones sociales, tan acostumbrado a viajar de otra manera.

No sé si por ese reto del viaje en grupo o desde luego por lo atractivo del plan de viaje, pero el día 11 de junio salía de Santoña en dirección a Fuenterrabía. Es el último pueblo de la costa cantábrica que hace frontera directamente con Francia. Además es uno de los pueblos que más me gustan por ser muy parecido a Santoña y tener un poco de todo. Playa, montaña, zona peatonal en el centro, su faro, su puerto, un montón de casitas por sus laderas y además tienen campo de golf y aeropuerto.

TranscantábricaAllí habíamos quedado todo el grupo para comer y reunirnos antes de empezar los primeros tracks de la tarde. Nada más comer subimos todos juntos al faro para hacernos la foto de rigor como lugar icónico del principio del viaje. Allí nos dividimos en grupos. La mitad se fue por carretera, y es que con lluvia lo de meterse por pistas no parecía el plan mas apetecible. El resto nos fuimos siguiendo el track.

Nos reagrupamos en uno de los tramos de carretera, ya que Manu, uno de los integrantes, había tenido una caída muy fea pero sin demasiadas consecuencias rodando por asfalto con tacos. Nos dejó con mal cuerpo a todos y solo se nos pasó un poco al hacer el siguiente tramo de pista rápida pasando San Sebastián.

Seguimos haciendo pistas variadas enlazadas con pequeñas carreteras o con tramos hormigonados que resbalaban bastante. Kepa se había currado un track muy chulo y lo estábamos disfrutando aunque todos veíamos que entre una cosa y otra estábamos acumulando cierto retraso.

Nos metimos por un bosque precioso por el que daba gusto rodar aunque en una pequeña bajada mi rueda delantera decidió irse por la rodea equivocada y me tocó hacer la croqueta en el barro. Nada grave pero al menos lo pude grabar en vídeo.

En una de las paradas Lluki notó que su cadena no estaba bien. Tenía varios eslabones gripados y decidimos acercarnos a un taller para intentar cambiar de cadena. Por desgracia no había cadena de su medida ya que el taller era más bien endurero, pero Ion, el mecánico de Elgoibar, le dio un buen repaso de grasa y la tensión adecuada para poder terminar todo el viaje.

Yo estaba preocupado porque mi cadena no estaba mucho mejor y empezaba a agarrotarse. Además estaba demasiado estirada y no tenía forma de tensarla más porque ya no daban los tornillos del basculante. Era la misma cadena con la que había recorrido Sudamérica y estaba claro que hacía varios miles de kilómetros que la tenía que haber cambiado. Aún así, para un viaje tan cerca de casa decidí arriesgar.

Desde allí y como era tarde y llovía decidimos seguir por una carretera muy chula para llegar antes de anochecer a Mundaka, donde teníamos reservados unos bungalows en el camping y una cena en el centro del pueblo.

TranscantábricaPor la mañana empezaba mi responsabilidad y es que ese día la ruta era cosa mía. Teníamos que cruzar Bilbao y todos sus alrededores para llegar a Baracaldo, donde empezaba realmente la primera pista. Pesaba un poco la responsabilidad porque no sabía exactamente cuál sería el estado de las pistas después de este invierno tan duro y no quería meter al grupo en una buena emboscada de barro.

La primera pista era una delicia y con suelo firme de piedra. La única pega es que con el día así no se apreciaban las vistas sobre la Ría de Bilbao ni sobre el Mar Cantábrico, pero aún así creo que todos disfrutamos. Encontramos una zona un poco más embarrada, pero por suerte era en bajada y no muy larga así que todo sin problemas.

Lo malo es que si eso estaba así, el siguiente tramo que tenía algunas subidas más complicadas estaría mucho peor, por lo que decidimos llegar a Ampuero por unos puertillos de montaña muy chulos.

El reagrupamiento estaba previsto en Arredondo (“Capital del Mundo”) y yo pensaba que los de la ruta por carretera llevarían allí un buen rato esperándonos. No fue así y es que la ruta onroad es también la ruta más gastronómica, y no pierden oportunidad de parar a comer o beber algo. ¡Hacen bien! ¡Si al final esto es para disfrutar!

De Arredondo a Cabezón de la Sal había planeada una ruta por carreteruchas muy chulas por la parte alta de Cantabria pero el tiempo amenazante con nubes muy negras y muy bajas nos decía que no sería posible ver ninguno de los paisajes de esa zona, así que decidimos tirar por el camino más directo.

Nos encontramos con una zona de obras en la carretera, que junto con la lluvia nos minaban un poco la moral, así que cuando llegamos a Cabezón de la Sal hicimos un parada para recargar las fuerzas.

Allí empezaba otro tramo de pistas muy chulas. Para mí esa zona es de lo más divertido de Cantabria en moto trail ya que te permite ir rápido enlazando curvas sin grandes preocupaciones. Seguimos avanzando y nos encontramos la trampa del día. Una bajada con muchísimo barro que empezamos con muchas ganas pero que tan solo avanzados 50 metros ya sabíamos que no pintaba nada bien. Yo tenía claro que podíamos seguir bajando poco a poco pero algunos no tenían muchas ganas y el tramo era bastante largo, así que decidimos volver a subir.

Las motos que más habían avanzado estarían a 100 metros de distancia de la cima, pero en esas condiciones nos costó una hora dar la vuelta a las motos y empujar un poco para sacarlas de allí.

Con ese contratiempo y el cupo de aventura cumplido, decidimos terminar el resto de la etapa por asfalto, ya que ese tramo que te lleva de Carmona a Potes es una de mis carreteras favoritas.

Antes de llegar al hotel de Potes paré en la gasolinera para darme un agua y así quitarme todo el barro tanto de las botas como de la moto. No era plan llegar así al hotel y además tenía que tensar lo último que se podía de la cadena de la moto y me gusta trabajar en ella en unas condiciones medio dignas.

TranscantábricaMi último día de ruta empezaba con otra de las pistas estrella del viaje: Espinama-Sotres, en plenos Picos de Europa. Nos lo pasamos muy bien en la subida, aunque por desgracia mi rueda trasera le lanzó una pedrada a Juan que venía justo detrás de mí en ese momento. Le dio en la cara, a escasos centímetros de la nariz y la boca causándole una pequeña herida. En el refugio de Áliva paramos un rato para contemplar el paisaje antes de empezar el descenso para Asturias.

En la bajada me adelanté un poco al grupo para hacerles unas fotos, pero se despistaron y les vi alejarse por otra pista que lleva a unas minas abandonadas y no tienen salida. Era cuestión de tiempo que volviesen.

Disfrutamos mucho de la carretera de Sotres a Arenas de Cabrales, y para celebrarlo paramos allí a comer en una sidrería con buena sombra -y por desgracia con precios para turistas-. El track nos llevaba desde allí a la costa por donde nos metía en unos callejos un tanto caóticos, pero al llegar a Ribadesella mi cadena dijo que ya estaba bien de tanto estirarla y se puso en huelga.

En parado y con la rueda sobre el caballete costaba girar la rueda de lo gripados que estaban algunos eslabones así que tras un último engrase me tocaba volver por autovía a casa despacito y sin dar acelerones.

Para Motoviajeros, texto y fotos: Martín Solana
www.martinsolana.com

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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