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Las joyas ocultas de Valderredible Las joyas ocultas de Valderredible
Uno de municipios más desconocidos de Cantabria es Valderredible. Con apenas 1.200 habitantes repartidos entre sus 52 localidades –incluyendo Polientes, capital del municipio con... Las joyas ocultas de Valderredible

Colegiata de San Martín de Elines.

Uno de municipios más desconocidos de Cantabria es Valderredible. Con apenas 1.200 habitantes repartidos entre sus 52 localidades –incluyendo Polientes, capital del municipio con 255 habitantes-, se extiende por un valle salpicado de atractivos naturales y artísticos. El Ebro nace a unos 50 kilómetros al Norte, y en su discurrir pronto se ve escoltado por unos farallones de roca dignos de postal: las Hoces del Alto Ebro y Rudrón forman parte de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, ya en la aneja provincia de Burgos.

Cartel del río Polla en la CA-275.

La carretera que discurre por esta gran depresión del Ebro es una delicia y el cauce hace su aparición entre los núcleos de Villanueva de la Nía y Cubillo del Ebro. El asfalto es bueno y el agua nos acompaña mansamente en la sucesión de curvas que parecen diseñadas para perseguir meandros. Al atardecer, el color anaranjado que baña el valle forma un lienzo inolvidable cuya pincelada final dibuja un sinfín de estrellas sobre las primeras elevaciones calizas que nos reciben. Valderredible es uno de esos tesoros escondidos de Cantabria, infinita de nuevo.

Junto a los remansos del río más caudaloso de España el hombre buscó su asentamiento desde épocas primitivas. Y durante la Edad Media escogió este privilegiado lugar para legar algunas de las muestras de arte románico más sorprendentes de la península. Uno de los grandes reclamos de la zona son las iglesias y ermitas rupestres, templos excavados literalmente en la roca, y de manera sobresaliente la colegiata de San Martín de Elines, obra cumbre del románico montañés, declarada Monumento Histórico-Artístico en 1931.

Su construcción data de la primera mitad del siglo XII, aunque conserva restos de una antigua iglesia mozárabe. Sus bellos capiteles iconográficos y su espléndido ábside, con arcaduras en dos pisos, deslumbran al visitante. Se trata de un templo de una sola nave, en tres tramos, estando cubierto el primero por una gran cúpula sobre pechinas. La colegiata se cierra al Este con un presbiterio recto y un ábside semicircular. La cornisa, sogueada, muestra numerosos y variados canecillos. Una torre-linterna sale al exterior para cubrir la cúpula; es cuadrada y se cree que inicialmente tuvo más altura. Una torre-escalera cilíndrica se apoya a su muro meridional.

Es fácil acceder en moto hasta la misma colegiata. Desde la CA-275, nos adentramos en el pueblo de San Martín de Elines y, tras atravesar un puente sobre el Ebro, seguiremos las indicaciones que nos llevan hasta el lugar.

El río Ebro, antes de adentrarse en las hoces que marcan su entrada a Castilla y León.

Iglesia rupestre de Arroyuelos
Muy cerca, al otro lado de la CA-275, encontramos la iglesia rupestre de Arroyuelos, declarada en 2003 Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento. Consta de dos plantas y de una necrópolis de tumbas, ambas horadadas en la roca. Con rasgos inequívocos de la arquitectura mozárabe, se calcula que su origen puede estar en el siglo X. La planta superior es una especie de tribuna elevada respecto a la nave principal, y se comunica con ella por medio de dos arcadas de medio punto. Hay que tener cuidado con la subida, pues en este hueco de roca reina la oscuridad y los escalones son pequeños y algo resbaladizos.

Iglesia rupestre de Arroyuelos, dedicada a los Santos Acisclo y Victoria.

Durante mucho tiempo, para poder acceder al interior de este fóculo sacro fue necesario preguntar en el pueblo por Abilio Bustamante Bocos. Su rostro anguloso, como de arenisca, y sus manos de campo, fuertes y desgastadas, encerraban la historia de un hombre que apenas había salido de su pueblo y que inició sin reservas un rato de conversación y sinceridad vital. Fascinado cuando se le hablaba de viajes y motos, no paraba de repetir “toda la vida trabajando… ¿para qué?, para conseguir unos dineros con los que hacerse una casa y poco más. ¡Viajad y disfrutad vosotros que podéis!”. Su perro, sonriente y leal, observaba la escena asintiendo la reflexión de su amo.

Posada Los Vallucos.

Posada Los Vallucos

Muy cerca, en un diminuto puzzle de casas llamado Villaverde de Hito, encontramos un excelente alojamiento para explorar Valderredible y su espectacular entorno. Se trata de la Posada Los Vallucos, un establecimiento familiar muy acogedor que ocupa una casa de piedra rehabilitada del siglo XIX. Desde luego, si uno busca paz y tranquilidad, este es el lugar más indicado. Con apenas una docena de vecinos, Villaverde de Hito y su posada son un emplazamiento ideal para establecer nuestra ruta por el valle. No solo en moto. También a pie, si uno es amante del senderismo y quiere perderse por el laberinto de caminos que rodean el lugar. El descanso posterior está garantizado y sabe a gloria.

El mirador de Hito nos ofrece una vasta panorámica del valle que abraza el Ebro tras su nacimiento.

Conviene no venir con prisa, un concepto que aquí, alejados de la gran ciudad y de la vorágine del día a día, no tiene sentido. Solo así descubriremos los caminos y pistas recónditos que serpentean por los alrededores, donde tan fácil –o difícil- resulta encontrar restos de la Guerra Civil como ermitas abandonadas, jabalíes o terrados naturales con vistas al valle. Es el caso del Mirador de Hito, un balcón privilegiado al que podemos acceder a través de un camino mezcla de asfalto y gravilla. Allí, sobre el promontorio, cielo y campo se unen, y solo se escucha el crujido de nuestras pisadas al abandonar la moto para gozar con la panorámica. Brota el encanto de lo rural, lo apartado, el contacto con la naturaleza.

Cientos de buitres contemplan cómo el agua rompe la orografía para crear los cañones que amurallan Orbaneja del Castillo (Burgos), un lugar pintoresco cuya estruendosa cascada ha sido mil veces fotografiada. Se trata de una parada obligatoria: el salto de agua parece nacer directamente de las entrañas del pueblo. También puede servirnos de excusa para comprar productos típicos de la gastronomía de la zona.

Orbaneja del Castillo.

Precisamente Orbaneja del Castillo es la salida y conexión natural de Valderredible con la N-623 y la Sierra del Escudo, cuyo emblemático puerto nos devuelve al pulmón oriental de Cantabria. Si decidimos hacer la ruta a la inversa, en el extremo más occidental se alza la colegiata de San Pedro de Cervatos, el monumento más importante de la comarca de Campoo-Los Valles. Conserva su estilo románico y fue declarada Monumento Nacional en 1895. Una vez más fascinante. Una vez más, Cantabria infinita.

Texto y fotos. Quique Arenas.-

Agradecimientos: Mari Ángeles Martínez

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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