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Aventurero en el mundo de ayer, Carl Stearns Clancy realizó la vuelta al mundo en el año 1912 sobre la motocicleta más conocida en... Inquietud sin carreteras

Aventurero en el mundo de ayer, Carl Stearns Clancy realizó la vuelta al mundo en el año 1912 sobre la motocicleta más conocida en esa época fabricada exclusivamente durante diecinueve años.

La apuesta de Carl Clancy, como era conocido públicamente, fue la Henderson Four, cuatro cilindros en línea montados longitudinalmente, válvulas de admisión y escape de movimiento mecánico con lubricación por inmersión,  seleccionada por su “(…) durabilidad, silencio y ausencia de sacudidas y vibraciones” tal y como recoge él mismo en su apartado primero del compendio de textos realizados durante su viaje y  recogidos a la vuelta del mismo en The gasoline tramp: around the world on a motorcycle con la finalidad de “(…) disfrutarás de la libertad y la emoción de mis aventuras sin tener que soportar los peligros y las dificultades que implica un viaje tan agotador”.

Este americano, hijo de irlandeses, nació el 8 de agosto de 1890 en Epping  (Nueva Hampshire). Debido a la falta de interés por cursar estudios superiores, se trasladó a New York para trabajar como publicista hasta que un día su insatisfacción laboral fue de tal nivel, que decidió dejarlo todo tal y como queda plasmado en su texto dedicado a la etapa anterior de su viaje:

“¿Alguna vez ha comido demasiados cacahuetes y llegar a estar tan harto de ellos que nunca quisiste volver ni a mirar uno? De repente, decidí tomar un año fuera del trabajo y dedicar ese tiempo a la educación. Me decidí a ver el mundo y a conocer toda clase de personas”

Durante un tiempo preparó su viaje  “(…) haciendo arreglos con una de las grandes compañías de neumáticos para enviar mis necesidades a puntos extranjeros específicos. A continuación, me aseguré de mi suministro de gasolina y aceite en los distritos no civilizados, compré ropa impermeable adecuada, etc., y compré un revólver automático. Después de eso, me convertí en miembro de clubes de gira estadounidenses e ingleses para obtener mapas de carreteras e información turística”.

Su idea del viaje fue comentada con su amigo Walter Rendell consiguiendo que le acompañara. Propusieron a la Henderson Motorcycle Company un plan de patrocinio que los hermanos Henderson, dueños de la empresa, aceptaron cediéndoles dos motocicletas. Asímismo, obtuvieron financiación de dos publicaciones neoyorkinas Bicycling World y Motorcycle Review, logrando así cubrir la mayor parte de los gastos del viaje a cambio del envío de artículos sobre su aventura, la cual vendieron como:

“El viaje en motocicleta más largo, más difícil y más peligroso jamás intentado”

Y así, un 5 de octubre de 1912, Carl y Walter salieron en barco dirección a la capital del país esmeralda, Dublín,  para comenzar su aventura, diciendo: “La Vieja Madre Tierra se ha rodeado en casi todo. Los barcos de vela y de vapor, el tren, la bicicleta, los peatones y el automóvil han tenido ya su turno. Sólo queda el avión, el submarino y la moto. Ahora vamos a dar a la moto una oportunidad”.

A través de sus textos podemos conocer los lugares por los que van pasando así como las situaciones vividas. El primer día del viaje, a Walter se le olvida que en Dublín se conduce por la izquierda y tiene un accidente con un tranvía quedando la moto completamente inutilizada. Clancy llevó a su amigo en su motocicleta disfrutando de Irlanda, Escocia e Inglaterra, describiendo lo que ven a través de narraciones,  descripciones y diálogos.

Cruzaron a Holanda por Rotterdam y llegaron a Bélgica, hace hincapié en la bonita ciudad de Brujas y destaca el chocolate que tanto les gustó en la ciudad de Bruselas. Recorrieron tierras bávaras y llegaron a Francia deteniéndose en la que consideran la ciudad más bonita del mundo, París. Permanecieron una larga temporada allí y durante el segundo mes, Clancy se dedicó a establecer contacto con una empresa consiguiendo un contrato de compra de cien motocicletas, asegurando a través de las comisiones la finalización de su viaje. Walter fue llamado a su puesto y tuvo que volver a Nueva York; su motocicleta totalmente reparada quedó como muestra para un distribuidor de Henderson en París.

A partir de aquí, el aventurero de gorra y corbata comenzó su ruta en solitario. Atravesó Francia visitando los castillos del Loira, la zona de Languedoc-Rosellón hasta llegar a Pirineos y así continuar a España. Las primeras impresiones de nuestro país fueron las  decepcionantes carreteras,  la amabilidad de sus gentes y su clima, pero dice que el país va un siglo por detrás de todos los que ha recorrido. Aún así, destaca bonitos lugares, como por ejemplo Palma de Mallorca.

Desde allí cruzó hasta Argel y ahí comenzó a ver lo que le esperaba en el continente africano donde le veían como un símbolo del dólar. Le maravillaron sus colores, recorrió las dunas de Túnez, las cascadas, los grandes valles y de ahí pasó a la tierra denominada “Tierra de emigrantes”, Sicilia. Desembarcó en Palermo, recorrió la isla y accedió al país de la bota por Nápoles,  denominándole  “el país romántico”. Se maravilló de las ruinas de Pompeya, ascendió por la costa hasta Roma donde detalla los principales monumentos o recintos arqueológicos como el Coliseo o el Palatino, dirigiéndose después por los países del mediterráneo hacia Egipto donde recuerda los atardeceres del mar rojo.

Tras bordear la costa africana,  cogió un barco hasta Ceylan, actualmente Sri Lanka, descrita en el siglo XVII por el historiador Purchas como “Sentido y sensualidad se han topado con el paraíso”. Clancy había leído mucho sobre esta zona denominándola “el paraíso para los viajeros”, y dijo de ella que “Es en realidad un mundo tropical en miniatura en sí mismo,  capaz de satisfacer los intereses de un hombre normal”. Coincido plenamente con él, la actual Sri Lanka es de esos lugares de donde no querrías irte nunca, donde sus atardeceres son inolvidables y donde los lugareños te hacen sentir como en casa. Tanto es así que permaneció bastante tiempo allí y dedica páginas y páginas contando no sólo el recorrido que hace por la misma, sino también sus monumentos, el carácter de los lugareños, la gastronomía y cómo no, habla de esos habitantes tan numerosos de la isla, los bonitos elefantes.

Tras navegar por el Golfo de Bengala, dirección a Mandalay, atraviesa Malasia, dedicando unas pocas líneas a Singapur. Y de ahí da el gran salto a China del que habla de sus penosas carreteras, pero hace una reflexión que con el paso del tiempo fue muy acertada: “Dale a China un poco de tiempo y no sólo tendrá muchas carreteras principales, sino que será uno de los países más ricos del mundo. Nada puede detenerla”. Continuaría hasta el país nipón,  observando el viejo Japón en la ciudad de Kyoto y dedicando varias días a hablar con las personas para luego plasmarlo en varias páginas describiéndoles como personas “(…) duros dentro de la civilización”.

El viaje del gran cautivador de sueños continua cruzando el Pacífico tras haber visitado Persia, Rusia, etc. Cruza Honolulu, Hawai y vuelve a casa llegando a San Francisco “Un sueño profundo atravesó las horas previas al amanecer, y luego vino mi primer vistazo de San Francisco. Mi corazón se llenó de orgullo por su magnificencia, y me inundó la comprensión de la grandeza de Estados Unidos en comparación con las naciones más antiguas”.

 

Pero su viaje no había finalizado, ahora quedaba recorrer su país y lo hizo acompañado de Robert Allen, conocido como Bob, que con una motocicleta similar atravesaron parques naturales, lagos, ciudades, montañas, etc.

“Mi corazón se hinchó continuamente de orgullo al darme cuenta de que esta, mi tierra natal, es, en muchos sentidos, el Líder de las Naciones”

Aunque recibió una entusiasta bienvenida en los Motor Cycle Clubs de Chicago, en la fábrica Henderson en Detroit o en el propio Nueva York, Clancy se sentía orgulloso del éxito del viaje, pero para él lo más importante no era la fama sino que era:

“ (…) la invaluable educación, experiencia, punto de vista mundial y conocimiento de la naturaleza humana que me habían brindado once meses de viaje. Había comenzado un niño, había vuelto un hombre. Por cierto, me había ido de Nueva York con doscientos setenta dólares, me abrí camino alrededor del mundo y regresé con doscientos dólares. La verdad del viejo adagio – donde hay voluntad, hay camino-  ha sido probada una vez más”.

Agradecido con todos los que sumaron a su proyecto, especialmente con la Henderson, escribió “No sé si alguna vez haré otro viaje alrededor del mundo, pero si lo hago, puede estar seguro que lo haré en moto y que esta será lo más parecido posible a la Henderson que tengo ahora”

Tras disfrutar leyendo sus notas  y ver que el padre de los viajeros en moto lucha contra la climatología,  no con las ropas técnicas que llevamos en la actualidad, con malas y peligrosas carreteras, sufre pequeños accidentes, engaños, robos, etc.,   sobrevive durante diez meses y  más de 29.000 kilómetros  con un arma, determinación y coraje, me hace pensar que: “Sueño conseguido, del que sin duda fue el primer motoviajero”.

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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