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Tras los pasos del Santo Grial Tras los pasos del Santo Grial
Son muchas las leyendas que envuelven el misterio del Santo Cáliz, desde que allá por el siglo III d.C., y más concretamente en el... Tras los pasos del Santo Grial

Son muchas las leyendas que envuelven el misterio del Santo Cáliz, desde que allá por el siglo III d.C., y más concretamente en el año 258, el diácono San Lorenzo, al servicio del Papa Sixto II, lo enviara a Huesca, a casa de sus padres, para protegerlo del emperador romano Valeriano.

Aprovechando que en octubre se conmemorará por primera vez el Año Jubilar del Santo Grial aquí en Valencia, mi ciudad natal, intentaré seguir sus pasos desde que llegó a la península.

A continuación os relato brevemente lo que aconteció en los cuatro días que duró mi ruta.

La salida fue desde Vall de Almonacid, pueblecito castellonense de la Sierra de Espadán.

Tomaría 50 kilómetros de autovía hasta Teruel para ganar tiempo y desde allí carreterillas y pistas hasta mi primer destino, Huesca.

Paso obligado por Belchite, donde paré brevemente a repostar y a descansar un rato, el día es frío y hace un viento muy molesto para ir en moto.

Luego, pisteando los Monegros por su parte más occidental, llegaría al principio de mi ruta, la Ermita de Loreto, casa de los padres de San Lorenzo, que vivían cerca de Huesca en su pequeña granja, lugar en donde hoy se alza esta ermita y donde se cree que se guardó inicialmente, según sostiene la tradición y corroboran los mejores investigadores en la materia.

Desde aquí fui en busca de mi segundo destino, La iglesia de San Pedro el Viejo, situada en el centro de la capital, donde en el año 553 fue trasladado el Santo Grial. Acababa de ser construida por el Obispo Vicencio con el fin de contener la sagrada reliquia, donde reposó hasta el año 711. Es significativo que tanto esta nueva iglesia de San Pedro el Viejo como otros templos, monasterios, iglesias y catedrales en los que reposó el cáliz o que se construyeron para albergarlo, están dedicados a San Pedro, el primer Papa y primer custodio del Grial.

Es de destacar que cuando hice la visita a esta iglesia, vino a mi encuentro Javier Monsón, Presidente de la Asociación “Huesca, Cuna de San Lorenzo”, el cual estuvo muy interesado en la ruta en sí y que muy amablemente me mostró la ciudad, donde tuvimos la ocasión de hablar largo y tendido sobre el tema “Santo Grial”.

Terminada la visita a Huesca, tomé dirección norte en busca de Yebra de Basa, lugar donde tenía reservado habitación en el único albergue que hay en esta pequeña población.

Llegada al albergue, duchita y en busca de sitio para cenar en el mismo pueblo.

Había sido una ruta 500 kilómetros bastante pesados, de los cuales sobre 350 eran de enlace y 150 de etapa griálica en sí.

Al día siguiente, después de un buen desayuno, mi intención era llegar a la Ermita de la Cueva aquí mismo, en Yebra de Basa, pero por pista, ya que andando había un par de horas de ida y otras tantas de vuelta.

Aquí en el año 711 y tras el imparable avance de las hordas moras, el obispo de Huesca huye hacia el norte llevando consigo el Grial.

Hasta el año 715, según la tradición, el Santo Cáliz permanece temporalmente oculto en la casi inaccesible cueva, disimulada gran parte del año por una gran cascada de agua. En esta época se encuadra el martirio de Santa Orosia, patrona de Jaca y de su Diócesis.

El día era bueno, no hacia demasiado frío y el sol empezaba a despuntar por encima del Valle.

La pista empezaba desde el mismo pueblo y subía sin parar retorciéndose entre las montañas como si quisiera enroscarse a ellas, había tramos complicados, pero con Flavia (mi moto) en modo tractor y con mucho cuidado, no había ningún problema. El problema llegó varios minutos más adelante, una barrera me prohibía el paso y no era yo quien iba a quebrantar la ley.

Así que media vuelta y rumbo hacia el siguiente destino, San Adrián de Sásabe, entre Borau y Aísa. Tomaré la carretera que sube hacia Francia desde Jaca, y nada más pasar Castillo de Jaca tomaré un desvío a la izquierda hacia Borau, aquí observaré las primeras nieves; no siendo la carretera mala del todo, en pocos minutos estaré atravesando la población. De aquí hacia delante la carretera se vuelve arcaica, no apta para hacer en coche si os mareáis.

Antes de salir del valle dirección a Aísa, nos encontramos un desvío señalizado, y un sinuoso y estrecho camino nos llevará hasta un idílico paisaje en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, donde se esconde la pequeña ermita.

Nos toca vadear uno de ellos para acercarnos a ella, sin mucha dificultad ya que en esta época del año baja poca agua. Dicen que aquí hay enterrados tres obispos documentados de Aragón y que en el año 992 fue sede del primer obispado de la reconquista del antiguo condado de Aragón. Después de la pertinente exploración y varias fotos, tomamos rumbo hacia el Valle de Hecho atravesando Aísa y Jasa por una tortuosa carreterilla que nos hará ir con mucha precaución.

Ya metidos en el Valle de Hecho, llegamos en un momento y por buena carretera a Siresa, lugar donde se encuentra el Monasterio de San Pedro de Siresa, y que en el año 833 la sagrada reliquia pasó a buen recaudo en el recién construido monasterio, antiguo cenobio visigótico, que es declarado nueva sede episcopal de Aragón el año 922.

Después de charlar un rato con los lugareños y hacerme un tentempié en el bar del pueblo, retrocedo sobre mis pasos recorriendo de nuevo el Valle y siguiendo el cauce del río Aragón Subordán, me dirijo hacia la población de Bailo, que durante el reinado de Sancho III, en 1014, fue sede episcopal, y con ello el Santo Cáliz se trasladó a la iglesia de la corte, que se hallaba en la población, la iglesia de San Pedro, hoy parroquia de San Fructuoso.

Visto el pueblo y la iglesia tomamos el Valle del río Aragón que nos dirigirá hasta Jaca, donde el rey Ramiro I estableció la capital del incipiente Reino de Aragón y formó el proyecto de hacer una catedral “tan suntuosa que no exista otra mejor”, y lo sería para el Aragón de aquella época, una catedral construida por y para el Santo Grial, que fue acogido en tierras jaquesas desde 1045 a 1076. Por eso será consagrada a San Pedro, y por eso le hará donación de trece pueblos en memoria de los comensales de la Última Cena.

Un corto paseo por la ciudad, su catedral y sus calles peatonales, nos serán suficientes para comprender la importancia que tuvo la localidad en toda esta historia del Santo Grial.

Desde aquí retrocedemos sobre nuestros pasos para terminar el día en el Hostal Aragón, hotel para moteros a pie de carretera y que está situado en el comienzo de nuestra tercera etapa Griálica.

El tercer día amanece con el suelo mojado, así que chubasquero en la parte de abajo y a rodar.

A pocos kilómetros del comienzo de la ruta se encuentra la localidad de Santa Cruz de la Serós, con sus típicas chimeneas troncocónicas, y donde hay una iglesia, la de Santa María, que alberga un pequeño habitáculo entre sus muros donde parece que durmió el Grial de camino a San Juan de la Peña, o al menos es lo que les gusta pensar a los vecinos.

Después de visitar la iglesia abandonamos el pueblo y tomamos rumbo a San Juan de la Peña, siguiendo la serpenteante carretera que nos ofrecerá unas vistas y paisajes espectaculares. A los pocos kilómetros y tras tomar una de las innumerables curvas, aparece ante nosotros, como agazapado y escondido en la montaña, el monasterio de San Juan de la Peña. Hasta aquí llegó porque Pedro de Jaca, el nuevo custodio del Grial, renunció a su cargo de obispo en 1076 y retornó a su monasterio de origen, San Juan de la Peña, cuna del Reino de Aragón, llevando consigo el Santo Grial, que permanecerá allí hasta el año 1399.

El hecho de que el Grial estuviera en San Juan de la Peña y que este fuera un lugar de paso obligatorio para los peregrinos del camino de Santiago, atrajo a gran cantidad de personas que crearon en torno al monasterio un halo de misterio y de lugar sobrenatural.

Después de tener una visita guiada y en solitario por el monasterio, sigo la carretera que me conducirá hacia Anzánigo, poniéndome en más de una ocasión al nivel de las algodonosas nubes. Desde allí seguiré el caudaloso cauce del río Gállego, dejándolo poco después para desviarme y pasar junto a los impresionantes Mallos de Riglos.

Desde aquí seguiré bajando dirección Zaragoza por buenas pistas y carreterillas para llegar al próximo destino, el Palacio Real de la Aljafería .

Aquí el 29 de Agosto de 1399 el rey aragonés Martín I el Humano, convencido de la autenticidad del Santo Cáliz, solicita la preciosa reliquia al Abad de San Juan de la Peña, ofreciéndole a cambio un magnífico cáliz de oro, y el Grial es trasladado a Zaragoza, a las capillas reales del Palacio Real de la Aljafería.

Son más de las tres, el calor aprieta y yo estoy metido en medio de la capital maña, después de dar varias vueltas doy con el palacio, como voy justo de tiempo, no puedo dedicarle todo el tiempo que sería necesario, así que después de las pertinentes fotos, sigo camino hacia el sur.

Salgo de la capital y paro a tomar un bocado, me esperan algo más de 50 kilómetros de pistas hasta Cariñena, próximo sitio para pernoctar.

El cielo se va oscureciendo, así que si no me ducho será de milagro, el terreno de las pistas va cambiando, es arcilloso y si se moja, Flavia y yo las vamos pasar canutas.

En algún tramo lo paso mal y hasta incluso estoy a punto de darme la vuelta.

Visito la ciudad celtíbera de Contrebia Belaisca, en Botorrita, del siglo IV a.C., que pilla en mi ruta, pero me quedo alucinado, está completamente abandonada de la mano de dios.

Ya en Cariñena me dirijo al Hotel de Vino, moderno complejo donde cenaré y descansaré hasta el próximo día.

Ya metidos en la última etapa Griálica, seguiré bajando hacia Castellón, la etapa atravesará Daroca y me acercará a la laguna de Gallocanta, donde un entresijo de pistas me hará disfrutar de lo lindo. Los paisajes que nos ofrece la zona son una explosión de colorido que nos irán acompañando hasta el final de la etapa.

Sigo por pistas prácticamente hasta Ojos Negros, un pueblo minero que abastecía de hierro a los altos hornos de Sagunto, visito el impresionante Castillo Peracense, construido todo en rodeno y que se alza poderoso sobre una montaña de roca, este está perfectamente conservado.

De aquí paso por los espesos pinares de Bronchales y Albarracín, metiéndome en alguna pista que se va complicando conforme avanzamos y que de muy buena gana y yendo solo me hubiera dado la vuelta.

Paso Teruel, Sarrión, Albentosa y Barracas, el día se me echa encima y ya estoy llegando a mi destino, aquel desde donde salí, Vall de almonacid.

Para terminar esta historia solo deciros que el Santo Grial se encuentra ahora en la Catedral de Valencia y desde el 18 de Marzo de 1437, cuando el rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo, hijo y sucesor de Fernando de Antequera, que sentía especial predilección por Valencia, envió allí el Santo Grial, ya que Valencia también pertenecía en aquel tiempo a la Corona de Aragón. Lo llevó Juan II, rey de Navarra y gobernador de Aragón y Valencia, que lo depositó en el Palacio Real de Valencia.

Un año después, en 1438, el cáliz es entregado a la Catedral de Valencia, como garantía de un préstamo que el rey Alfonso V de Aragón solicita a la Catedral y al Consejo de la ciudad de Valencia, dada la imperiosa necesidad de fondos que tenía el monarca con los que costear la Guerra de Nápoles. Ni este Rey ni sus sucesores Fernando el Católico y Carlos I pudieron rescatarlo, y de este modo el cáliz quedará definitivamente custodiado y venerado en la Catedral de Valencia.

En 1808 Napoléon invade España, y en 1809 el Grial inicia un inquieto peregrinaje con el objeto de mantenerse a salvo de las profanaciones y rapacidad de sus tropas, así como de la posterior Guerra de la Independencia. Durante este peregrinaje visitó Ibiza, Palma de Mallorca y Alicante.

El golpe de estado del general Franco y la guerra civil que provocó pusieron en grave peligro al Santo Cáliz, ya que tres horas antes del incendio y saqueo de la Catedral de Valencia fue sacado de allí, disimulado en el interior de unos periódicos, y escondido después en el pueblo valenciano de Carlet, donde pasó la mayor parte de la contienda.

Y esta es la historia del Santo Grial, de su recorrido por España durante siglos y de como yo lo he vivido en estos cuatro días. Han sido 1.250 kilómetros de ruta, paisajes y de historia, espero que os haya gustado y os resulte tan ameno como a mí.

Para Motoviajeros, texto y fotos: Salvador Ferrando (Salva GS)
http://cronicasdesalvags.blogspot.com.es

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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