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Sartaguda, el pueblo de las viudas Sartaguda, el pueblo de las viudas
El río es la sangre de nuestras vidas. Nos proporciona agua, fertilidad para cultivar tierras y un ecosistema alimentario. De todos los ríos, el... Sartaguda, el pueblo de las viudas

El río es la sangre de nuestras vidas. Nos proporciona agua, fertilidad para cultivar tierras y un ecosistema alimentario. De todos los ríos, el Ebro es uno de los más importantes de nuestro país con sus más de 900 kilómetros de recorrido.
Sartaguda, en la merindad navarra de Estella, es un pueblo de 1.000 habitantes levantado a la vera del río Ebro, la otra orilla ya es La Rioja. Su emplazamiento le ha valido ser un oasis para la agricultura, actividad a la que mayormente se han dedicado sus vecinos desde que el pueblo tiene memoria. En tiempos pretéritos, las tierras fértiles eran propiedad de los duques del Infantado, y los colonos que allí se asentaban tenían que pagar un tributo por labrarlas.


Semejante funcionamiento social, aunque parezca de otra época, estuvo vigente hasta bien entrado el siglo XX. En 1919, una revuelta de los jornaleros provocó el impago de aquellos tributos, comportando represión, desahucios y encarcelamientos. Las protestas tampoco cejaron durante la dictadura de Primo de Rivera, y aunque la instauración de la II República dio esperanzas a los agricultores, la respuesta del duque fue “seis metros de tierra en el cementerio tengo para algunos”. No fue hasta 1942 que la Diputación Foral de Navarra dio carpetazo al asunto comprando las tierras del ducado por cinco millones de pesetas y revendiendo las parcelas a sus cultivadores. Por aquel entonces, Sartaguda todavía se recuperaba de una Guerra Civil que fue especialmente cruenta con ellos.

Sartaguda

La lucha por las tierras propició la implantación en Sartaguda de movimientos sindicalistas, anarquistas y republicanos. Consumado el alzamiento militar del 18 de julio de 1936, la represión fue desproporcionada, y solo dos semanas después empezó la ejecución de cenetistas, socialistas, casi todos los dirigentes del Sindicato de Trabajadores de la Tierra (adscrito a UGT), y el alcalde socialista Eustaquio Morgado. Los historiadores calculan que alrededor de la mitad de los izquierdistas del municipio fueron capturados y asesinados.

 

El 9 de septiembre de 1936, los sublevados hicieron un llamamiento para que los “jóvenes voluntarios” de Sartaguda se alistaran en la Legión Sanjurjo, resultando ser un simple cebo para sacarlos de allí por su propio pie: cuarenta y cinco de ellos fueron igualmente ejecutados entre el 2 y el 4 de octubre.

Sartaguda

En total, se contabilizaron 86 asesinatos en Sartaguda. Esta limpieza ideológica fue una de las más crueles de la guerra atendiendo a la ratio de población, y además lejos del frente de combate. Por ese motivo, el pueblo quedó plagado de mujeres viudas con las que no hubo miramientos a la hora de vejarlas, raparlas al cero, darles aceite de ricino, pasearlas por el pueblo en humillante escarnio y entrar sin miramiento en sus viviendas para desvalijarlas.
Paradójicamente, aquel reparto de tierras de 1942 tuvo en cuenta los derechos de aquellas viudas, recibiendo éstas lo pactado con sus difuntos maridos.

En 2008, se inauguró en las afueras de Sartaguda el Parque de la Memoria, en homenaje a las más de 3.000 víctimas de la Guerra Civil en Navarra; con sus más de seis mil metros cuadrados, es el mayor espacio memorialista de la comunidad foral y en él hay diversas esculturas alegóricas (sin faltar una dedicada a las viudas) y un gigantesco mural con los nombres de los represaliados.
Entrando en el pueblo, es fácil pasar por alto un discreto monolito erigido por los propios vecinos. En 2009 se colocó una placa en el ayuntamiento que recuerda al alcalde, los cinco ediles y todos los vecinos asesinados durante la guerra.

Muy cerca del ayuntamiento, la antigua iglesia del Rosario parece resistir en precario equilibrio, dando la impresión de que sus paredes de ladrillo se desmoronarán en cualquier momento; actualmente es un almacén municipal, pero en 1936 estaba plenamente operativa. El 23 de agosto de aquel año, la iglesia se llenó para celebrar un acto de renacimiento de la fe espiritual gracias a la “Santa Cruzada”, precisamente el mismo día en que los sublevados fusilaron a 53 prisioneros de la cárcel de Pamplona: tras hacerles creer que eran libres, los llevaron en camiones hasta el municipio de Cadreita, donde fueron pasados por las armas. Solo sobrevivió uno de ellos, Honorino Arteta, músico y afiliado a un partido de izquierdas: las heridas de bala no le impidieron salir corriendo. Todavía se desconoce el paradero de aquellos 52 cuerpos.

Este paseo por la memoria de Sartaguda finaliza en el cementerio, donde dos fosas comunes recuerdan la dimensión de los hechos aquí explicados.

 

Texto y fotos: Manel Kaizen / hoysalgoenmoto@gmail.com

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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