La Xtreme Challenge Córdoba con los TKC 70 Rocks

Tras regresar de recorrer la provincia de Sevilla son muchas las ideas que flotan en el tintero. Entre ellas, conocer la provincia limítrofe: Córdoba. Una provincia de sierra, campiña y dehesa. Una tierra con una historia que nos permite entender nuestra España actual. Arte, cultura, gastronomía y paisaje especiales, que están perfectamente representados en los habitantes que pueblan las comarcas cordobesas. La prueba Xtreme Challenge que tendría lugar el fin de semana del 13 y 14 de noviembre me pareció la manera idónea. Absoluta inmersión en la provincia desde la moto de turismo; vamos… lo que me gusta. No lo pienso. Mi respuesta es un claro y rotundo sí a la posibilidad de zambullirme en el plan.

Ha caído la noche cuando aparco la moto frente al Mercado de la Victoria de Córdoba. No hace frío; 18 grados acarician mi piel cuando me quito el casco. El equipo de la Xtreme Challenge me pregunta en qué categoría quiero participar. La ultra xtreme me atrae; venía pensando en ella, porque las rutas de más de 600 kilómetros son mi estilo. Pero veo una opción trail… hummm… casi 400 kilómetros de pistas se me antojan el mejor escenario para estrenar y disfrutar a fondo los Continental TKC70 Rocks que acabo de montar. No hay duda: me quedo al briefing trail y tomo los QR en los que podré descargar los tracks en la app Gas Biker. El itinerario era sorpresa.

No tenía idea de madrugar, pero no logro mantener el sueño. Arranco. A las siete ya estoy circulando por el arco de salida. Es de noche y me voy haciendo al estilo de la persona que diseñó el track. Las cosas se van ajustando y la interpretación de la ruta va bien. Amanece mientras corono la primera de las colinas, ya por pistas. El camino parecía fácil; pero a veces sucede que las apariencias engañan. Los caminos se retuercen siguiendo las señales del itinerario del Camino de Santiago, con sus conchas en amarillo. Primero más estrechos, luego serpenteantes, después con pendientes arriba y abajo. El barro de la semana anterior me puso a prueba en algunos tramos, y las piedras sueltas de cruces de ríos secos en otros.

La indecisión del principio al estrenar ruedas nuevas se disipó completamente cuando sentí que podía confiar en las cubiertas para mantener la moto en su sitio, sin pérdidas de tracción ni deslizamientos inesperados. Durante este tramo hasta el primer sellado circulé solo entre los arbustos, pero con un perfecto trabajo en equipo con la moto, las suspensiones y las cubiertas. Cada uno a lo suyo, y yo a disfrutar. El resultado es inmejorable. Conduzco relajado y confiado.

Un cafetito, un platito de jamón y un bocadillo. Con el primer sello en la cartulina y un buen amigo de compañero, Rubén, seguimos ruta. Praderas, árboles, ganado vacuno y caballos salpicaban el paisaje. No teníamos idea de bajar el ritmo, así que mantuvimos la cabeza del grupo hasta la comida. De esta manera aseguramos un circular más libre y menos polvoriento. Sería después de la comida cuando el paisaje cambió nuevamente. Aún quedaban por delante ciento cincuenta kilómetros cuando comenzamos a rodar por la sierra.

El bosque de dehesas me embaucó; quizá el atardecer, quizá el ganado, quizá el sonido del viento entre los árboles, quizá esa temperatura tan “cordobesa”… quizá todo junto. O quizá es que realmente existen espíritus ancestrales en los bosques cordobeses. Sea como fuere, no quería llegar. No me acordaba ya del cansancio ni de los más de trescientos kilómetros que llevaba. Sólo quería seguir disfrutando de un rutómetro hecho a la perfección, de una actividad de mototurismo que el equipo de la Xtreme Challenge había organizado creando un ambiente tan bueno que hace tiempo que no vivía, y de un montar en moto con la tranquilidad de ser exigente con mi moto viajera de 250 kg sabiendo que las cubiertas iban a responder a pesar del terreno.

La noche cordobesa puso fin a un fin de semana magnifico, que sirvió de germen para una amistad que seguro será duradera.

Javier Garmendia.-