Costa da Morte, la imprescindible ruta por Galicia

Viajar en moto al fin del mundo aún es posible. Y sin salir de España… Basta con llegar hasta Finisterre y rememorar las épocas en las que nuestros antepasados creían que allí acababa todo. La costa coruñesa ofrece un recorrido abrumador de azules infinitos. Descubierta por muchos -desgraciadamente- a raíz de la insoportable catástrofe del Prestige, lo cierto es que las aguas oceánicas que recortan el extremo occidental de Galicia llevan ahí desde el inicio de los tiempos. La mitología, la rica gastronomía y el arte y el empeño del hombre, hizo el resto.

En nuestra ruta por la Costa da Morte encontraremos playas inmensas, como la de Langosteira, casi tres kilómetros de amigable arena. Imperdible las vistas desde la Cruz de Baixar.

Pero si hay un lugar legendario y visitado hasta la saciedad -al margen de la catedral de Santiago de Compostela, claro está-, ese es el Cabo de Finisterre. El rugido del mar evoca los épicos naufragios que el faro del fin del mundo no pudo impedir. La bravura del Atlántico estalla inmisericorde, una y mil veces, contra los acantilados que jalonan la costa.

No podemos olvidar Muxía, un enclave que descubrí mucho antes de saber lo que era el chapapote. Recuerdo que estuve con los amigos, siendo jóvenes, quizá en nuestras primeras vacaciones con vehículo propio -un viejo Renault en el que nos apretujamos durante 5 días-. Nunca olvidaré mi primera partida de mus, ni las pantagruélicas comilonas, ni el sonido de la mar… Años después, regresé a Muxía. Pero en moto. Galicia tiene algo especial, y uno siempre regresa.

Hay muchos puntos de máximo interés en este trayecto: el monasterio románico de San Xiao de Moraime, la aldea Cuño, Cee y, por supuesto, Carballo, punto de salida -o llegada- de nuestro viaje. ¿Kilómetros? Unos 150. ¿Tiempo? Ufff…