Motoño

Se nos permita el neologismo para describir la estación en la que nos encontramos, tan deseada por muchos amantes de los viajes en motocicleta. El verano ha estirado su velo más allá de toda lógica y nos ha regalado días con temperaturas inverosímiles. Pero el “motoño” ya está aquí. Los bosques adquieren una magia especial, y la paleta de colores se amplía para deleite de los sentidos.

Es momento de disfrutar del mototurismo en las regiones que cuentan con paraísos que lucen sus mejores galas en este mes de noviembre. Los hayedos se desvisten, las carreteras se alfombran, las pistas de desvanecen entre halos ocres, rúbeos, anaranjados… Los latidos del estío se rebajan, el hambre de grandes distancias se contiene al calor de las hogueras, vislumbrando el invierno que asoma tímidamente en el horizonte. La melodía del mid-tempo se impone. El otoño es un rezo.

Y mientras todo ello se cocinaba a fuego lento en este undécimo mes, el desierto nos aguardaba con una prueba que alimentará el próximo número de Motoviajeros. La Ducati DesertX se ha reencontrado con el universo que la vio nacer. En breve, el reportaje completo.

La atmósfera otoñal tiene algo disyuntivo: la dualidad entre la luminosidad del verano y la oscuridad acechante del invierno. Recogimiento, introspección, nuevas metas, nuevos horizontes, nuevos latidos, nuevos amigos. De fondo suena The Principle of Silver Lining, de Larkin Poe.

En estos días, también rodamos junto a Suzuki por una de las tierras más bendecidas por el “motoño”: La Rioja. Todo ello gracias al proyecto “V-Strom on Road”. Es un lujo, y hay que decirlo en voz alta, contar con marcas que potencian el mototurismo de manera tan cuidada: el valor del cariño, del matiz, de la sonrisa. Deseando estamos de poder contároslo.

Bajo el crepitar del fuego duermen nuestros sueños de aventura, para continuar iluminando los nuevos caminos que están por venir.

Quique Arenas.-