Casa das Penhas Douradas, Portugal

Penhas Douradas fue el primer resort de montaña en Portugal; una pequeña villa que a comienzos del siglo pasado tomó forma a medida que se construían chalets en este universo de paz y siluetas en el horizonte. De hecho, se cuenta que las primeras personas que escogieron este privilegiado espacio, lo hicieron con el fin de curarse de tuberculosis.

El Casa das Penhas Douradas Design Hotel & SPA se alza a una altitud de 1.500 metros, rodeado de naturaleza en estado puro. O integrado en ella. O ambas cosas. Las instalaciones se han fundido con el paisaje, en un alarde arquitectónico dirigido por Pedro Brígida e inspirado en los usos tradicionales y el empleo de materiales naturales, como el corcho y la madera: una calidez que se respira en cada uno de los rincones de este formidable complejo. El calor de la hoguera, la cándida luz de las velas, el servicio amigable del personal, su cocina de autor reconocida y preciada… todo ello contribuye a establecer un marco único de relax, placer y confort.

Cuenta con 17 habitaciones y una suite, y todo en su interior está orientado al descanso. Se cuida hasta el más mínimo detalle. La iluminación, el empleo de paneles de abedul recubriendo la habitación, sus amplios ventanales y un sinfín de atenciones y comodidades actúan como episteme del esparcimiento. Algo que encuentra su complemento perfecto en la sala multimedia, con capacidad para 25 personas.

Para un hotel donde el estándar de calidad es máximo, llama la atención favorablemente la ausencia de pomposidad: su directora, Catarina Silva, confiesa orgullosa que allí “todos hacen todo”. La actitud hacia el huésped es siempre impecable, en una mezcla de amabilidad y profesionalidad a partes iguales. Y no es sencillo combinar la diligencia con un trato rayano a lo familiar, aunque aquí es parte espontánea de la cotidianidad. Las sonrisas y las sorprendentes muestras de atención que toda la plantilla dispensa durante la estancia provocan cierta melancolía ante la marcha.

Las formas del inmueble, su diseño y decoración, se entregan al concepto de buscar la belleza en la sencillez de las formas, con piezas de los años 50 y 60 y elementos cómplices con los pioneros de los deportes invernales: botas y esquís antiguos forman parte de las dependencias comunes. Hablando de la práctica deportiva, el hotel provee de bicicletas y kayaks para aquellos que desean disfrutar con la naturaleza circundante. El senderismo es, igualmente, una de las actividades más habituales en Serra da Estrela, que cuenta con una red de senderos de casi 200 kilómetros.

Las instalaciones se completan con una piscina cubierta climatizada –con hermosas vistas, como no podía ser de otro modo- con hidromasaje, sauna y SPA con diversos tratamientos y masajes, recurriendo una vez más al fruto de la sierra: aceites y hierbas aromáticas de las plantas autóctonas. El respeto por el medioambiente y la utilización de un modo sostenible de los recursos naturales son una máxima en el hotel.

Si de productos naturales hablamos, la cocina de Casa das Penhas Douradas sobresale excepcionalmente, en una mezcla de explosión para los sentidos, tanto en colores como en sabores. Lo tradicional se cita con las más modernas influencias en los fogones que dirige el chef Jorge Guedes. Él y su equipo preparan con mimo y precisión infinitesimal la carta de un restaurante gourmet que brinda de manera permanente un buffet de quesos típicos. Variedad, pasión por la cocina saludable y una decoración de los platos que roza lo artístico son la firma inequívoca de este espacio gastronómico de culto.

Los premios que atesoran estas instalaciones propiedad de João Tomás e Isabel Costa no vienen sino a confirmar que nos encontramos ante unas instalaciones excelsas: mención honorífica en los premios “Turismo de Portugal – Proyectos de Excelencia Turística” por su singularidad arquitectónica (2008) y calidad del servicio (2011); reconocimiento de Publituris como mejor espacio turístico en un área rural y certificados de excelencia de TripAdvisor en los años 2012, 2013 y 2014.

Texto y fotos: Quique Arenas.-