Alaska, en moto hasta la última frontera

Hay un dicho según el cual “si deseas algo con todas tus fuerzas, puede llegar a convertirse en realidad”. Sinceramente, soy de las que piensa que “el que algo quiere algo le cuesta” y que, detrás de cada sueño, hay un gran esfuerzo y, desgraciadamente, mucho más tiempo de espera del que nos gustaría. 30 años han pasado desde que a los 12 le dije a mi profesora de francés que “algún día publicaría un libro”. Acabábamos de regresar de un viaje de intercambio a la Bretaña Francesa y como ejercicio nos habían indicado que escribiéramos un pequeño diario de aquella increíble semana. Estábamos a muchos kilómetros de nuestros hogares, de nuestras familias. Todo parecía tan lejano… Recuerdo que mis compañeros de clase entregaron entre tres y cinco hojas por cada ejercicio y yo, como nadie nos había puesto ningún límite, describí no solo los lugares a los que habíamos ido, sino también, los sentimientos que me transmitían. En aquellas líneas dejé reflejados mis estados de ánimo, la tristeza con la que miré a mis padres cuando vinieron a despedirse al autobús el día de nuestra partida… Quería reflejar cada instante porque sabría que, años después, disfrutaría leyendo aquél relato simplemente por el hecho de recordarlo.

Aquellas líneas no ocuparon ni tres ni cinco, sino ¡¡40 páginas!!, las cuales Rosa, mi profesora quiso llevarse a su casa para leer más tranquilamente. Cuando volvieron a mis manos, lo hicieron con un agradecimiento escrito por su parte. Por haberla hecho disfrutar de su lectura y por algo que, en aquél momento no entendí: la había hecho llorar. Me miró a los ojos y me dijo: ”Creo que deberías dedicarte a escribir”. Y sin apenas pausar la conversación, le contesté: “Bueno, algún día publicaré un libro pero no creo que me dé para comer”. Creo que 30 años ya son suficientes años de espera para que aquella ilusión deje de serlo. Ahora, es toda una realidad.

“Alaska, en moto hasta la Última Frontera” es algo más que un libro de viajes con un trasfondo que no desvelaré al lector porque quiero que lo descubra él mismo con su lectura. En dos libretas viejas que me llevé en las maletas de mi ´Trailera´ escribí prácticamente el 90 % del viaje en los lugares en los que suceden los acontecimientos. Tanto es así que, en alguna ocasión, llegué a quedarme dormida con el bolígrafo en la mano del cansancio que tenía aquél día. Os invito a que viajéis hasta los maravillosos paisajes por los que rodé y que, desde luego, nunca olvidaré, surcando las páginas de este sueño hecho realidad. Porque si de algo estoy segura es de que, de esa forma, Alaska, no estará tan lejos como parece (Pedidos: alaskaenmoto@gmail.com).

Para Motoviajeros, Sonia Barbosa