MOTOVIAJEROS.ES
José Rodríguez de Losada, el relojero de la Puerta del Sol José Rodríguez de Losada, el relojero de la Puerta del Sol
Esta es una de aquellas historias donde alguien llega hasta lo más alto cuando todos los factores parecían estar en su contra. Porque nacer... José Rodríguez de Losada, el relojero de la Puerta del Sol

Manel Kaizen, en Iruela (León).

Esta es una de aquellas historias donde alguien llega hasta lo más alto cuando todos los factores parecían estar en su contra. Porque nacer hace dos siglos en la pedanía de una deprimida comarca leonesa y ser uno de los diez hijos de una familia pobre de solemnidad no garantiza precisamente un futuro halagüeño.

El relieve de los Montes de León es abrupto, poco poblado y mal comunicado. Para un viajero ávido de tranquilidad es el paraíso, pero es fácil intuir la dureza de vivir allí todo el año, peor cuanto más atrás retrocedemos en el tiempo. El puerto de Carbajal es una buena atalaya para contemplar el entorno hasta el punto de que a alguien se le ocurrió instalar, en las inmediaciones, un catalejo de aquellos azules con peana; sin ningún tipo de señalización ni mantenimiento, aquel artefacto se ha convertido en un anacronismo lleno de pintadas y con la lente tan gastada que prácticamente se puede dar por inutilizado. Antes de atacar las cuestas del puerto de Carbajal, la pedanía de Iruela parece estar condenada a la despoblación cuando sus últimos quince habitantes ya no estén. Muchas casas están reducidas a ruinas de piedra pizarrosa, material con el que se construían las paredes porque todas aquellas montañas son pura pizarra.

José Rodríguez fue hijo de Miguel Rodríguez y María Conejero, ganaderos que murieron pobres en 1832 y 1833, respectivamente. Las biografías de José insisten en que nació el 8 de mayo de 1797, pero algunos historiadores desmienten este dato afirmando que asumió la identidad de un hermano fallecido a los pocos meses de nacer… El caso es que en su lápida dice 1797 y en la Wikipedia 1801, pero lo que no se discute es que nació en Iruela, municipio de Truchas, comarca leonesa de La Cabrera. El mismísimo culo del mundo en el siglo XVIII.

Monumento al relojero de Iruela.

Cuando José contaba con catorce años, perdió varias cabezas de ganado mientras pastoreaba, asunto extremadamente grave en aquel tiempo y lugar. Temiendo la previsible –y temible- represalia familiar, José se fugó de casa, dejando atrás a sus padres y sus seis hermanas. Llegó a Puebla de Sanabria, donde un arriero lo trasladó a Extremadura; posteriormente apareció en Madrid, alistado en el Ejército con la categoría de oficial. Abrazado a las ideas liberales, se vio empujado al exilio para huir del absolutismo de Fernando VII, alias el Rey Felón, probablemente el monarca más incapacitado del árbol genealógico borbónico.

Rodríguez llegó a Londres, donde los liberales exiliados eran bien acogidos. Se deshizo del apellido materno, adoptando el nombre de la jurisdicción que le vio nacer, en este caso Losada. Entró a trabajar como ayudante en un taller de relojería, donde desarrolló su curiosidad por la ingeniería del tiempo exacto. Se dice que mataba el tiempo “resucitando” relojes desechados en la basura del taller; su constancia le llevó a conseguir el título de oficial relojero. Tras la muerte de su jefe, Rodríguez de Losada se puso al frente del negocio, rebautizándolo como “J.R. Losada London”. Se mudó al número 105 de la calle Regent, muy cerca del Big-Ben, y abrió diversas sucursales en Europa, América y Filipinas.

Museo dedicado a José Rodríguez de Losada.

En la trastienda del taller de la calle Regent, Rodríguez de Losada organizaba apasionantes tertulias que él mismo llamó “la tertulia del habla española”, con asistentes ilustres como el general Juan Prim, el político chileno Juan Altamirano o el poeta José Zorrilla; referente a este último, se da la paradoja de que el padre de Zorrilla fue el superintendente de policía responsable de la busca y (fallida) captura de Rodríguez de Losada, inmediatamente anterior a su exilio británico. La amistad del poeta y el relojero llegó al extremo de que el primero dedicó al segundo el siguiente poema:

“Es Losada un gran mecánico

que adquirió inmenso renombre,

y no obstante, vale más el hombre

que su reputación”.

Cuando los nuevos vientos en España permitieron el regreso de los exiliados liberales, Rodríguez de Losada ya era un profesional de prestigio, conocido en todo el mundo, manteniendo su residencia en Gran Bretaña. En 1857, el ayuntamiento de Jerez de la Frontera le encargó la construcción del primer reloj público de tipo farola que hubo en el país (recientemente restaurado, por cierto), y en 1858 se convirtió en suministrador de cronómetros marinos para la Armada española. También tenían mucha fama sus relojes de bolsillo.

De Iruela a la Puerta del Sol

En 1865, Rodríguez de Losada regaló a la Villa de Madrid el reloj más popular de España: el de la Puerta del Sol. Cinco años más tarde, el 6 de marzo de 1870, falleció en su residencia de Londres.

No hay constancia de que Rodríguez de Losada volviera en alguna ocasión a su Iruela natal (sí que hay documentado un viaje a Astorga, en 1860), sin embargo sus vecinos no le han olvidado: en 2016 se levantó un monolito en su memoria, y cerca de él abrió en 2019 un modesto museo relojero.

Hubiera querido visitar aquel museo, pero… llegué fuera de horas.

Texto y fotos: Manel Kaizen.-

Compartir

Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

No hay comentarios hasta el momento.

Ser primero en dejar comentarios a continuación.

Deja un comentario

CLOSE
CLOSE