MOTOVIAJEROS.ES
Islandia, un inmenso parque de atracciones naturales Islandia, un inmenso parque de atracciones naturales
A Islandia yo lo compararía con un inmenso Parque de Atracciones naturales, de impresionantes cascadas, glaciares eternos, acantilados espectaculares, volcanes imponentes, geisers y zonas... Islandia, un inmenso parque de atracciones naturales

A Islandia yo lo compararía con un inmenso Parque de Atracciones naturales, de impresionantes cascadas, glaciares eternos, acantilados espectaculares, volcanes imponentes, geisers y zonas de actividad geológica únicas. Lugar de la Tierra donde se crean y conviven, el hielo, el fuego, el viento… Lugar del planeta en el que Julio Verne situaba la gruta por la que se accedía a su Viaje al Centro de la Tierra.

Como os pasará a muchos, es inevitable ver y seguir los viajes de otros por el mundo, y cuando vi algunos por Islandia me dije, eso quiero recorrerlo yo en moto. Y así fue. Me escapé algo más de dos semanas a recorrer aquel lugar total- mente diferente a lo que ya había recorrido en moto.

Mis vacaciones coincidieron con el periodo mejor del año para recorrer Islandia en moto, que iría de mayo a septiembre, aunque por no ser invierno no podría ver auroras boreales.

Como todos los que viajamos lo primero en lo que pensamos cuando ya tenemos un destino o zona elegida, época del año, cuánto tiempo es lo ideal o de cuánto dispongo… Bueno, en mi caso también tenía claro que lo haría solo (en total autonomía) y sin planificar nada. Los que ya me conocéis sabéis que no concibo un viaje preparado y planificado al dedillo.

Atardece en Hirtshals. Norte de Dinamarca. Esperando el ferry

Pero este era algo diferente, no valía con arrancar la moto y salir de casa tal cual. Aquí había algún ferry de por medio y debía pensar si lo hacía en mi moto o alquilando allí alguna y otros condicionantes a preparar mínimamente. Finalmente decidí hacerlo con mi moto, por la autonomía que me daba el depender un poco de mí mismo; los precios de alquiler de las motos allí baratos no eran, y además había ciertas restricciones por parte de esas empresas de alquiler, en cuanto a pisar o recorrer ciertas zonas de pistas de Islandia por tema seguro, riesgos, etc… Y estaba claro que si iba a Islandia era para recorrerla sin mucho miramiento.

A tener en cuenta que alquilando moto allí evitaba el ferri, que aparte de caro, pues es una travesía en la que perdería un par de días por cada trayecto. A pesar de ello, me seguía gustando más la idea de hacerlo en mi moto. Poca preparación debía hacer a la moto: kit de transmisión nuevo, equipaje de camping, y rueda nueva. Digo rueda, porque solo monté nueva la trasera. La delantera era la TKC80 que ya había recorrido por España y Marruecos unos 2.500 kilómetros. Destacar el buen comportamiento y duración de esos neumáticos; muchos no lo creerán, pero esa rueda delantera hizo unos 12.000 km. Para mí, los mejores neumáticos del mercado son sin duda los Continental, ya sean los TKC 70 o los 80. Y los llevo montando durante años con excelente resultado. Para este viaje pensé en probar algo diferente y monté el Scout K60 de Heidenau. Y aunque no fue mal del todo, ya a la vuelta volví a montar los TKC 70.

Islandia

Lo que sí haría en este viaje, ya que en la mayoría de ocasiones lo que menos tenemos es tiempo, es intentar evitar la subida y bajada por Europa, con la consiguiente tirada de kilómetros, machaque de los tacos, días, presupuesto en dormir y comer… Opté por una opción que no conocía. Transporte de la moto en camión desde la puerta de casa a una ciudad europea. Y como ciudad al norte, bien comunicada y centro de mercancías, Hamburgo para mí fue la mejor opción, además los vuelos eran bastante económicos. Yo pagué unos 400€ por ese transporte de la moto.

Investigando un poco, di con un par de portales de transportistas en los que la gente se inscribe describiendo mercancías a llevar, trayecto y flexibilidad en fechas y según pones toda esa información, te van escribiendo las diferentes empresas con su tarifa. La disparidad entre las tarifas era muy amplia, con lo que finalmente di con un transporte de una empresa portuguesa, que se plantó en casa con un camión polaco sin rampa elevadora, conducido por un ruso y que debía hacer diversas paradas para llevar muebles por otros países. ¿Qué podía salir mal?

Gracias al traductor del teléfono nos pudimos entender algo, aunque yo crucé los dedos y me despedí de mi pequeña, por si acaso. Yo tengo que mejorar mi ruso, pero él debía ponerse al menos un poco con el inglés. Finalmente todo salió bien y me llamaron para decirme que la moto llegaría un día antes a Hamburgo. Yo no estaría, y no era lo ideal, pero es mejor que llegue antes el vehículo aunque uno no esté, a que llegue tarde, o no llegue. Sobre todo teniendo fecha de salida de ferri.

Muy amablemente el hotel en el que reservé la primera noche se hizo cargo de recibir la moto y guardarla en garaje hasta que llegué yo un día más tarde. No tenían por qué hacerlo y está claro que si conocéis a alguien en vez de un hotel, pues sería la opción perfecta.

Auténtica gasolinera de Islandia

La sensación de por fin reunirnos, preparar bien el equipaje y salir rodando dirección hacia Dinamarca, fue de libertad absoluta y satisfacción de que saliese todo bien, pese a la improvisación.

La frecuencia de los ferris www.smyrilline.com que van a Islandia eran semanales, por lo que una semana se me quedaba corta para recorrer bien el  país y disfrutarlo en plenitud, tres semanas se me iba de tiempo de vacaciones, por lo que las dos semanas que estuve, fueron perfectas y bien aprovechadas. Esos dos días de navegación se pueden aprovechar para planificar ruta, leer guías…

Avanzamos, ¿qué ruta sigo? ¿O al menos qué rumbo? Por la forma del país,  la estructura de su escasa red viaria, la primera duda que surge es, ¿en qué sentido me pongo a recorrer la isla? El ferri te deja en Seydisfjördur, este de la isla, y mi decisión fue tirar hacia el norte, supongo por huir un poco de donde hay más densidad de población, turismo, de la capital… y viendo el tiempo que me iba a hacer. Ventajas de no planificar nada.

Arnastapi

Cierto es que antes a Islandia no volaban casi compañías, y lo hacían desde pocas ciudades. En España antes solo volaban desde Alicante, y el boom de turismo que ha tenido el país de un tiempo a esta parte ha ampliado opciones; yo volé desde Madrid. En esta época debería llevar algo reservado y planificado. Pero yo viajaba solo, con material de camping y un poco a la aventura, que en mi opinión es lo que aporta algo especial a los viajes, tomar decisiones y poder cambiarlas a voluntad según vas viendo lugares, conociendo gente y hablando, tanto con gente local, como con otros motoristas que ya hayan recorrido la zona a la que te diriges. Para mí las recomendaciones e información de otros motoristas y gente local siempre tienen más peso que muchas guías de viaje. Y ya desde el ferri iba poniendo chinchetas en mi mapa según hablaba con gente.

Creo que ahora nadie concibe viajar sin navegador, pero los mapas en papel para mí son fundamentales a la hora de viajar. Sigo preguntándome y pensando cuando atravesamos el continente americano mi hermano y yo en 2001 cómo nos movíamos sin navegador, ni fotografía digital, redes sociales…

Volviendo al viaje en sí, recuerdo hacer la primera noche con mi tienda en una especie de albergue en el que paré porque comenzó a jarrear, era tarde y realmente no tenía destino donde ir. Quizá esa noche era el momento de unir puntos, distancias y ver el mapa con otros ojos.

Monté la tienda cuando paró de llover y durante la noche se levantó un vendaval… Recuerdo dormir sujetando la tienda. ¡Islandia me daba la bienvenida!

La mayoría de la densidad de población de Islandia se concentra alrededor de la que se conoce como el “ring” que es la carretera principal que rodea toda la isla, marcada con el nº 1. Existen otras carreteras asfaltadas más pequeñas y luego las “F”, que son pistas, en muy buen estado, y son realmente las más auténticas para llegar a lugares especiales, sin gente…y yo ya quería de eso.

El primer destino fue el volcán Askja, situado en el interior del país y, para mí, visita obligada pasar noche en su campamento y hacer un ligero paseo  hacia su cráter. En su cráter pequeño te puedes incluso bañar y la temperatura  creo que ronda los 20º. Las pistas volcánicas F910 y F894 me llevarían hasta sus faldas. Por las pistas os encontraréis algunos vadeos por la bajada de ríos. Ojo que no todos los grandes ríos están salvados por puentes, podrás ver algunos 4×4 de enormes ruedas y suspensiones altas cruzar sin problemas, pero en moto es otra historia. Cruzamos de uno en uno nuestras motos y con agua por las rodillas.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

A la vuelta debía cruzar ese mismo río de nuevo, esta vez estaba solo. No pasaron ni 15 minutos y aparecieron unas turistas, y aunque yo les pregunté si llevaban unas botas de agua, uno de los tipos se descalzó y remangó el pantalón hasta la rodilla y cruzamos como pudimos. Solidaridad viajera.

Continué mi ruta rumbo norte, para visitar la zona del lago Myvatn y Asbyrgi, donde me encontraría una de las primeras cascadas impresionantes, Deltifoss, consi- derada la cascada más caudalosa de Europa. Creo que fue el primer sitio en el que me dije “aquí hay que sacar el dron a pasear un poco”. La verdad es que no sabía cuánto me iba a durar el juguetito, ya que me lo compré dos días antes de salir y tuve que descargarme todas las aplicaciones y actualizaciones y no las tenía todas conmigo que fuese a ser capaz de no perderlo. Bueno realmente no supe si me iban a dejar ni llevarlo en el vuelo de ida.

Finalmente, como suele ocurrir, todo va saliendo, y el primer vuelo fue sin incidentes y en un lugar espectacular. Solo con ese vuelo ya me pareció que merecía la pena haberlo traído, aunque al ser de los primeros drones, me ocupaba la maleta grande entera.

Otro lugar interesante para hacer una ruta a pie es el cañón de Ásbyrgi.

Camping junto al lago Myvatn

Seguí visitando lugares del norte como Husavik y Akureyri, pueblecitos más importantes desde donde si sois aficionados al avistamiento de cetáceos, podéis tomar un barquito. Personalmente me gusta ir por lugares más apartados, inhóspitos, con lo cual apenas paro para reponer mi pequeña despensa, echar gasolina, mandar algún mail… En la ruta, a pie de la carretera 1 me sorprendió Hverir, zona de gran actividad geológica, y algunas grutas con agua cristalina, Grótagjá. Esa noche me quedé en un camping al borde del lago con bastante buen ambientillo.

Durante el viaje yo acampé unos 12 días, y en general todos los campings disponen de muy buenas instalaciones. En los alrededores del lago se puede ascender al cráter del Hverfjall, un corto paseo que merece la pena.

En las proximidades de la 860 con la 1 sale la carretera que te deja a los pies de otro volcán al que también merece la pena ascender. El Viti. Y si sudas en la subida, a la vuelta por la misma carretera te puedes duchar en la ducha de agua caliente al aire libre que está montada en el mismo borde de la carretera.

Dejando atrás Hùsavik, hice parada obligada en la que para mí es una de las cascadas más bonitas de Islandia, Godafoss, la cascada de los Dioses.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Continúo recorriendo por la zona norte dirección oeste lugares de especial calma y tranquilidad, como la pequeña península de Vatnsnes. Caballos salvajes, focas y leones marinos, granjas con pequeños secaderos de pescado y un entorno casi virgen me acompañaron como testigos de mi minúscula presencia recorriendo tal entorno.

Hvítserkur, una formación rocosa con forma de, unos dicen rinoceronte y otros que parece un elefante, hará que pares al menos para hacer la foto, y si la marea está baja y quieres, podrás bajar hasta sus pies.

Continúo mi ruta recorriendo los fiordos del norte en una soledad casi absoluta, que me hace disfrutar de la ruta y de paisajes espectaculares. Apenas han pasado tres días en la isla y estoy disfrutando y flipando con el lugar a cada  minuto que pasa. Parece que llevo aquí semanas.

Me dirijo a los acantilados del noroeste. Hago parada en un pueblecito importante Ísafjörður, y me alojo en su escuela. Muchas de las escuelas de Islandia las convierten en improvisados albergues en verano, una buena opción, curiosa y económica para alojarse. En mi aula había como unas 10 camas bien montadas y únicamente estaba ocupada una por André, un suizo que llevaba mucho tiempo estudiando el idioma y la cultura islandesa y que me pasó mucha info del país.

Las pistas ( F336 ) que rodean el glaciar Langjokull, te permiten a veces acercarte a tocar el hielo.

En Bildudalur existe un pequeño museo con la historia de los monstruos de mar que han existido en Islandia… Esa noche me dio tiempo a repasar la tabla periódica de los elementos que presidía el aula. Las instalaciones estaban muy bien y todas a mi disposición.

Paso por cascadas como Dyjandi, algún antiguo barco ballenero varado en la orilla y pueblecitos con encanto al borde de los fiordos como Bildudalur, donde existe un pequeño museo con la historia de los monstruos de mar que han existido y aún se habla que existen en Islandia.

Me paro unos instantes a disfrutar de un paseo; me gusta observar cómo una señora sentada al sol en la puerta de su casa teje de manera totalmente artesanal uno de esos jerseys de lana con diseño inequívocamente islandeses…

Aunque se pueden ver en algún otro punto de la isla, me acerco a conocer a los frailecillos a los acantilados de Latrabjarg, típicas aves de aspecto curioso visibles en la zona del Atlántico norte. Uno de los iconos del país vikingo.

Paso noche en Grundarfjörður, pequeño pueblo en el que a punto estuve de perder el dron cuando se me fue la señal e imagen del teléfono -aunque no fue la única vez que entré en pánico debido al dron a lo largo del viaje-. Ahora ya certificado como piloto, dedicándome semi profesionalmente a ello y con más experiencia al respecto, pues ya no me pasan esas cosas.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

Continúo recorriendo los fiordos por la 60, 61, 62 y algunas pistas pequeñas. Tomo un ferri para cruzar la Bahía de Breidafjördur, camino a Flatey, lejana isla de Islandia, la más grande de las conocidas como islas occidentales. Ese ferri me evita dar una gran vuelta sin mucho interés.

Atrás dejé pueblecitos de pescadores como Stykkisholmur, y continué rodando por la carretera 54 con destino a la península y al Parque Nacional Snæfellsjökull, coronado con uno de los glaciares y volcanes más importantes de Islandia, lugar del que ya comenté que Julio Verne mencionaba en sus novelas.

Hago parada en lugares curiosos como Arnastapi , y  rodando  por  el  cráter del volcán no puedo evitar volver a hacer unas tomas aéreas de aquel lugar que  parece sacado de otro planeta. Me adentro en el interior por la F578 hacia  Surtshellir, sitio geológicamente interesante, pero que podéis saltaros si no disponéis de tiempo.

Me dirigía por la 550 y la 551 directamente a meterme en el impresionante glaciar Langjokull. Desde su campamento base salen excursiones en enormes camiones oruga rusos para rodar por el hielo y excursiones para entrar al interior del glaciar. Experiencia que me quedó pendiente y creo es recomendable realizar.

Deltifoss, considerada la cascada más caudalosa de Europa

Prosigo por la F338 recorriendo la parte sur del inmenso glaciar con destino a uno de los lugares obligados y que habréis visto en televisión y fotografía cientos de veces, la zona geotérmica conocida como Geisir. Como podréis adivinar es el lugar que da nombre al fenómeno natural “Geiser”. Es turístico, pero es impresionante y hay que verlo.

Aunque dé un poco de vueltas, de nuevo huyo del turismo hacia el interior de la isla. Otra zona geotérmica de gran belleza es Hveravellir, situada entre los glaciares Langjokull y Hofsjökull, a la que se accede por la F35. Lugar curioso y apartado de todo.

Según asciendo por esa pista me encuentro con otra de las cascadas principales y más impresionantes de Islandia, Gullfoss. Turístico, como muchos de los lugares tan impresionantes que tiene este país, que como os dije es como un parque de atracciones de la naturaleza, concentradas quizá más en la zona sur.

Mi visita a la capital islandesa fue breve, aunque tuve la suerte de tener el contacto de unos anfitriones locales, Esther y Alfred, los cuales sin conocerme me invitaron a merendar algo en su casa y Alfred me enseñó la ciudad amablemente. Motorista también, amante de la naturaleza y de su país. Una gran familia que espero volver a visitar con más calma en alguna otra ocasión. Las ciudades, aunque pequeñas, no me llaman mucho, y decido pasar la noche más al sur.

Svartifoss, rodeada por columnas basálticas negras de origen volcánico

Como siempre en mi recorrido no quiero dejarme nada en el camino, y por la 425 paso por zonas curiosas como el punto exacto donde chocan las placas Euroasiática y Norteamericana, zonas geotérmicas como Reykjanestá y Gunnuhver Hot Springs, su faro, para pasar la noche en Porlákshöfn.

Para mí no tenía ningún interés especial pero se me hizo de noche y no encontraba ni camping, ni ningún alojamiento disponible, es lo que tiene improvisar. Finalmente encontré un camping con un recinto deportivo bien equipado con piscinas, duchas e instalaciones impecables.

Abandono de nuevo la costa y atravieso la zona de Selfoss hacia el interior, subiendo por la 32 hago parada en otra cascada Hjalparfoss, para tomar la 26 y a través de la F208 llegar a otro lugar de especial belleza. Hacer una ruta de trekking por Landmannalaugar no te dejará indiferente. Zona volcánica de gran belleza, subidas y bajadas por sus pistas y montañas de colores. Existe una zona de acampada sin muchas instalaciones, pero suficiente para poder disfrutar de aquel lugar. Me encontré de nuevo en la pista tras unos 10 días con los jóvenes holandeses con los que acampé el segundo día en el campamento del Askja.

Iban en un Land Rover que sería del 90 o así, algo escacharrado, con mucho recambio y una despensa importante. Me invitaron a acampar con ellos y a una buena cenita. El motorista español les daría penita. Al día siguiente hicimos un trekking muy chulo por la zona. Otros viajeros nos recomendaron al salir hacerlo por la F225 hacia la F210, rodeando el volcán Heckla, que suele entrar en erupción cada unos 10 años. Esta es una zona volcánica muy activa.

De nuevo nos mojamos un poquito para estar en la misma cascada Islandia

Continúo por el parque de atracciones de la naturaleza más grande del mundo y me detengo en Gljufuralfoss y Seljalandsfoss, esta última con caída de 60 metros, la cual se puede ver desde su interior.

Tenía a dos compañeros de trabajo de la tele cerca de mi próxima parada y quedamos para vernos, a los pies de la imponente y perfecta cortina de agua de más de 60 metros, Skógafoss. Cosas de las redes sociales. Estaba doblemente contento porque pude alojarme en una nueva instalación deportiva y tenía todo un polideportivo para mí. Lugar perfecto para intentar reparar el dron, que tras tanto traqueteo en la maleta se me había vuelto loco el gimbal. Hablando con el servicio técnico y curioseando por internet, pude repararlo y realizar, entre otras, unas espectaculares tomas de la cascada.

Por la 221 llegas al glaciar Solheimajokull con la ceniza del volcán Eyjafjalljökull como protagonista, ya que hizo erupción en 2010.

En 1973 un antiguo C-117 americano, en un vuelo rutinario y por un cambio drástico del clima, se quedó sin combustible. Tuvo que aterrizar de emergencia en una playa del sur de Islandia. Desde entonces, el  avión quedó varado y ahora es motivo de visitas. Me costó encontrar el puñetero avioncito, y después de dar muchas algunas vueltas y andar 45 minutos desde la 1, conseguí la foto, aunque tampoco es para tanto.

Continué recorriendo las inmensas playas negras del sur en los alrededores de Vik, como puede ser Reynisfjara. Bordeé el glaciar Myrdalsjokull, de 700 km cuadrados, escondiendo en su interior el poderoso volcán Katla, que entró en erupción por última vez en 1918, y visité lugares curiosos como Dirholaey.

Esa noche me quedé en el camping de Vik. Cuando pensaba que ya estaría harto de las cascadas, tras una pista algo lejana y prácticamente intransitada, la F206, llegué a Fagrifoss. Menos imponente, pero de gran belleza.

Lengua Breiðamerkurjökull del glaciar de Islandia

Sur de Islandia. No debe de faltar una visita al espléndido parque de Skaftafell, y tras 40 minutos andando, dejarse maravillar por su cascada Svartifoss, custodiada por sus columnas basálticas negras de origen volcánico.

Cuando crees que ya estas más que impresionado, la siguiente parada te acaba impresionando más, y la siguiente, y la siguiente… Vatnajökull es el mayor glaciar de Islandia y segundo de Europa. Las pistas que lo rodean permiten acercarte hasta los pies de varias de sus lenguas, concretamente pude contemplar su grandiosidad desde Svinafellsjökull. Y de ese parada obligada también a otra, Jökulsárlón. El mayor y más conocido lago glaciar de Islandia. Está situado en el extremo sur del glaciar Vatnajökull, entre el Parque nacional Skaftafell y la ciudad de Höfn. Y tras todos estos palabros, deciros que yo paré en Breiðamerkurjökull, un lugar muy chulo. Próximo a este lugar se puede contemplar cómo se alejan por el mar los icebergs tras desprenderse del glaciar.

Era mi último día del viaje, debía dormir cerca del puerto que hacía dos semanas me dio la bienvenida al país. Dos semanas de disfrute, de moto, de ver lugares impresionantes, de conocer gente, de reír, de llorar…

Aún me faltaba la bajada hasta Madrid. Esta vez no gestioné a tiempo y bien la bajada de la moto en camión y un vuelo, por lo que me tocó correr un poco para llegar a Madrid. Hice parada en Copenhague para conocer la ciudad de mano de unos amigos, Alejandra y Raúl, que me acogieron en su casa tras casi dos semanas en soledad, de camping y comida islandesa, ¡imaginaros cómo me supo! Y tras cruzar Europa de norte a sur, dejé la moto a la una de la madrugada en casa, y a dormir, que al día siguiente había tocaba currar.

En pocas horas me veo de nuevo entre cámaras y focos, y organizando rodajes, mi profesión. Echo la vista atrás tres semanas, miro las fotos y los vídeos de los lugares que he recorrido, y me dan ganas de volver a salir a explorar otros lugares del mundo. Supongo que han de pasar otros cuantos meses currando mientras voy pensando en el siguiente destino, que espero poder contaros.

 

Texto y fotos: Jaime García Dominguez

 

Compartir

Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

No hay comentarios hasta el momento.

Ser primero en dejar comentarios a continuación.

Deja un comentario

CLOSE
CLOSE