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Granada y Sierra Nevada en moto Granada y Sierra Nevada en moto
“Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada”. Fue el poeta mexicano Francisco de... Granada y Sierra Nevada en moto

Sierra Nevada en moto.“Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser ciego en Granada”. Fue el poeta mexicano Francisco de Icaza quien condensó en estos versos la belleza sublime de la ciudad andaluza. Una ciudad que a lo largo de su historia ha estado unida a diversas civilizaciones y personajes; aún perduran fantasiosas leyendas que atribuyen la creación de la ciudad a Noé o al mismísimo Hércules.

Lo que sí conocemos fue su primer nombre: Ihverir, dado por la tribu ibérica de los túrdulos; trabajos arqueológicos sacaron a la luz los restos de una fortificación que podría fecharse en el siglo VII a.C.. El origen preciso de Granada, aun siendo un misterio, se pierde remotamente hace veinticinco siglos. Los diferentes capítulos históricos que ha vivido la ciudad son formidables, legando una herencia cultural y artística extraordinarias.

La romanización convirtió el asentamiento íbero en Iliberis y, posteriormente, en Municipium Florentinum Iliberritanum. En el año 45 a.C. ya era un municipio de pleno derecho creado en lo que actualmente conocemos como los barrios de la Alcazaba y el Albaicín. Aquella Florentia florecía junto a Garnata, ocupada principalmente por judíos y situada en la frontera de la Alcazaba.

Elvira
En el año 711 las costas de Tarifa son testigos de un acontecimiento que cambiaría el devenir de la Historia. Las tropas musulmanas de Tariq y Muza inician la invasión de la Península Ibérica. Apenas cuatro años después, huestes sirias que se habían sumado a la conquista ponen rumbo a Córdoba para exigir el pago a su participación en la contienda. Pero los repartos habían concluido, y las autoridades cordobesas les brindan la posibilidad de tomar unas lejanas tierras, situadas en la cara norte de una mole montañosa. Aquel destacamento, procedente de Damasco, convertiría Iliberis en Elvira, inconsciente de lo que representarían aquellos valles, vegas y montañas en el futuro de nuestro país.

Otra invasión posterior, la de los almorávides (musulmanes nómadas del norte de África, fanáticos y rigoristas con las doctrinas del Corán) destruye Elvira en 1010 y provoca que sus habitantes se trasladen al Albaicín. Tres años después, la ciudad, perteneciente hasta entonces al Califato de Córdoba, se transforma en capital de un reino de Taifas. En el siglo XII la ciudad es conquistada por los almohades (bereberes del Atlas y el desierto marroquí extremadamente belicosos que establecieron en Sevilla la capital de su imperio). Al-Andalus estaba bajo dominación musulmana, aunque el avance de la Reconquista era imparable.

De hecho, en 1236 los cristianos toman Córdoba, un acontecimiento que provoca el éxodo de los musulmanes a Granada. Muhammad in Nasr (Ibn al-Ahmar) funda el Reino Nazarí dos años después, iniciándose una etapa de esplendor cultural, económico y monumental. Y también una etapa de sorprendente tranquilidad, que duró hasta la toma de la ciudad por parte de los Reyes Católicos en 1492. Es en este floreciente período de más de doscientos años cuando se construye la Alhambra.

Puerto de Suspiro del Moro.

Muchos historiadores coinciden en señalar a 1492 como el más importante de la Historia de España. Fue el año del descubrimiento de América y la consolidación definitiva de la Reconquista, que ponía fin a 781 años de dominación musulmana. Poniéndonos en perspectiva… resulta como poco sorprendente pensar que desde esa fecha hasta nuestros días han pasado “solo” 525 años. Parece lógico pensar que Boabdil, último rey nazarí de la ciudad, entregase las llaves y rompiera en llanto al mirar por última vez los lugares que fueron suyos, quedándose como legendario testimonio las palabras que su madre, la sultana Aixa, le espetó aquel 2 de enero de 1492 en un paraje conocido como el Suspiro del Moro: “Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Aunque la frase es ilustrativa y forma parte de la cultura popular, sabemos que los acontecimientos no sucedieron así, y Boabdil el chico se retira a la Alpujarra, muriendo posteriormente en Marruecos en 1527. Rodar en moto por estos lugares, conociendo la historia que encierran, resulta emocionante.

Después de tantas turbulencias y cambios en la estructura urbana, administrativa y social de la ciudad, las autoridades castellanas comienzan una nueva transformación para lograr que la Granada musulmana evolucione del islam al cristianismo: demoliciones de mezquitas, reformas de espacios y creación de nuevas construcciones, las más notables la Catedral y el palacio de Carlos V, en la Alhambra; ambos iniciados en la primera mitad del s. XVI. Religión y conquistas… siempre en modo circular. Tantas veces la religión somete y divide, atrapa y fractura, que parece increíble que el ser humano viva de espaldas a la tolerancia y al respeto. Ejemplos hay innumerables, representativos de unos y otros. Y vuelta a empezar. También en nuestro siglo XXI, estamos siendo testigos de ello en todo el mundo.

Hoy en día, la ciudad es uno de los destinos turísticos más importantes no solo de España, sino también de toda Europa. Los ingresos anuales derivados de la actividad turística se calcula que superan los 2.500 millones de euros. La provincia recibió en 2016 la friolera de 2,8 millones de visitantes y 5,7 millones de pernoctaciones, el mejor año de su historia y el cuarto consecutivo en que registra cifras récord. Pero que nadie piense que estos números resultan abultados por tratarse de turismo extranjero que se tumba al sol de la bendecida costa tropical granadina; no, la presencia de turismo nacional es notable: el 56% es español. Granada capital sigue siendo el motor turístico, y zonas como Sierra Nevada cuentan cada vez más con mayor peso específico en volumen de visitantes, por no hablar del turismo rural, tan característico de la Alpujarra, Guadix y El Marquesado.

En moto accedemos a través del Norte por la A-4, que parte desde Madrid. Apenas 4 horas separan la capital de España de Granada; desde Sevilla, circulando por la A-92 tenemos 250 kilómetros, y desde el Sur y el Este podremos alcanzar la ciudad tomando la A-7 y las carreteras nacionales que completan la aproximación (N-342 y N-323).

Sierra Nevada en moto.

A Granada se va todo el año. Es un emplazamiento único. Mar y montaña separados por un parpadeo. Por eso su estacionalidad es casi nula: tan solo un mes de todo 2016 registró menos de 350.000 pernoctaciones. Las infraestructuras de su estación de esquí, el propio Parque Natural de Sierra Nevada, que cuenta con el macizo montañoso más elevado del viejo continente después de los Alpes, con el pico Mulhacén (3.482 msnm) y el Veleta (3.392 msnm) levantándose poderosos en una región plagada de contrastes… Todo ello es un reclamo en sí mismo.

Federico García Lorca, nacido en el municipio granadino de Fuente Vaqueros -a escasos 20 kilómetros de donde sería fusilado en la madrugada del 18 de agosto de 1936-, alumbró un poema que guarda en su interior otra imagen que representa, con emoción y verdad, la experiencia de vivir la ciudad. “Por el agua de Granada solo reman los suspiros”, nos dice Lorca en la Baladilla de los tres ríos. La palabra del poeta universal al rescate de la belleza que emana una ciudad “más deslumbrante que la flor, más sabrosa que la fruta de la que toma su nombre; parece una virgen tumbada al sol”, en palabras de Alejandro Dumas.

Sacromonte y Albaicín
Es imposible no caer rendidos ante el duende del Sacromonte y sus cuevas. Casas que mantienen unas condiciones climáticas constantes, huecos encalados de bulería y embrujo. Paredes blancas que se asoman buscando el sol y el flamenco, el caminar laberíntico y el silencio. Se trata de uno de los barrios más emblemáticos y pintorescos de España. Sus secretos se remontan a finales del siglo XVI, cuando se encontraron en la zona las reliquias de San Cecilio, patrón y primer obispo de la ciudad, y los misteriosos Libros Plúmbeos.
Un mirador que asoma sus tejas al río Darro y, sobre él, la Alhambra palatina. Y nuevamente Lorca, que retrata el espíritu de los gitanos oriundos de la India moradores de este arrabal, a través del “Romancero gitano”, escrito entre 1924 y 1927.

Las cuevas sirvieron de refugio para los musulmanes y judíos que fueron expulsados de sus casas a partir del siglo XVI. Son, sin duda, el mayor atractivo de la zona oriental junto con la Abadía de Sacromonte. No hay que perderse tampoco sus bares y terrazas, pues prácticamente todos los días del año el cante y el baile emergen –también de manera espontánea- en alguna de las zambras del Sacromonte.

Alcaicín.

Patrimonio de la Humanidad desde 1994, el Albaicín continúa siendo ese laberinto de calles estrechas y espacios imbricados que tuvo su mayor protagonismo durante la época nazarí. Las cuerdas de una guitarra flamenca reverberan armoniosamente para crear una banda sonora que prologa al atardecer desde el Mirador de San Nicolás. La joya palatina andalusí, en escorzo, contempla la escena con su gran escolta montañosa en segundo término. De fondo suena Albéniz. Nuestros cascos reposan en este balcón sin igual. Las piernas rosáceas de los turistas en bermudas se tornan morenas con el rasgueo de los gitanos. Un hippie con rasgos de califa y trenzas jamaicanas le habla a su perro. Las venas de sus brazos son del grosor de sus rastas. Su mirada y la de su fiel amigo parecen la misma cosa, una noche profunda y sabia donde hasta la palabra es innecesaria, porque todo es entendimiento. De fondo, el disparo de las réflex resuena al tiempo que el sol se despide hasta el día siguiente. Cien disparos. Cien recuerdos. Y la Alhambra se pinta de arrebol.

Las callejuelas empedradas que suben y bajan perfumadas de esencias árabes conectan la Plaza Nueva con los flancos elevados del Darro. De la vega a las colinas, tierra soñada de sangre y de sol. Y las teterías arrojan sonidos vaporosos de otras épocas. Y los bares y cervecerías ofrecen sus mejores tapas, como un irresistible e infalible reclamo. Y las casas con huerto y jardín, que aquí se llaman cármenes, parecen misterios de bolsillo desde fuera; nada hace pensar que allí adentro, intramuros, el agua y la vegetación jueguen al escondite con las amplitudes y los espacios.

Paco Nadal, periodista y escritor especializado en viajes, publicaba en El País que “hay una verdadera competición entre los bares por ofrecer en cada entrega una orgía de sabores y en cantidades más que generosas. Granada es una ciudad maravillosa; y vista de barra en barra, mucho más”. No se puede estar más de acuerdo. La ciudad también enamora por su cultura gastronómica, por ese tapeo al que muchos miran de reojo como el mejor del mundo. No es solo llenar el estómago. Es todo lo que ocurre en torno a esos momentos de risas y charlas, algunas hasta el amanecer. Desde La Chana hasta la Gran Vía de Colón y la calle Reyes Católicos, Granada se disfruta a bocados y brindis de cristal.

La ciudad también respira juventud . No es nada raro encontrarse con despedidas de soltero/a, pues de hecho existen empresas y servicios específicamente pensados para facilitar estas fiestas. Jóvenes provenientes de toda España disfrutan de la noche granadina. La ciudad es grande (240.000 habitantes) y se respira un ambiente que mezcla vanguardia y tradición, diversión y buen comer. Así pues, quien quiera tranquilidad, la tendrá; pero quien quiera marcha, también. Garantizado.

Patrimonio monumental
La visita a la Alhambra es, en sí misma, razón suficiente como ir a Granada al menos una vez en la vida. Una de las grandes maravillas creadas por el hombre, que ha causado asombro y admiración a lo largo de los siglos. Recibe cerca de 2,5 millones de visitantes al año. Obra cumbre del reino nazarí, este conjunto monumental está formado por palacios, el alcázar y los jardines, todo ello perfectamente integrado en la exuberante naturaleza circundante. La “fortaleza roja” se alza sobre la colina de la Sabika. Se convirtió en residencia real en 1238 y fue declarada Monumento Nacional en 1870. Diversas puertas dan acceso al recinto amurallado, en lo que constituía prácticamente una ciudadela. La alcazaba, construcción militar que cumplía funciones de defensa y vigilancia, representa uno de los elementos más antiguos de la Alhambra. Fácilmente distinguibles son la Torre del Cubo, la Torre de la Vela o la Torre del Homenaje, bastiones que ofrecían una visión total y que junto con la barbacana y la imponente muralla ofrecían un obstáculo inexpugnable a posibles invasores.

Alhambra de Granada.

Los Palacios Nazaríes fueron construidos en el siglo XIV y se distribuyen alrededor del patio de los Arrayanes y del celebérrimo patio de los Leones. Su exquisito gusto por el refinamiento, con una decoración rica y variada, se exhibe a través de bóvedas, cúpulas, estucos y patios donde la luz y el agua forman parte esencial del entramado arquitectónico.
Visitamos el Mexuar, el patio del Cuarto Dorado, el Palacio de Comares y su maravilloso patio de los Arrayanes. El estanque, flanqueado por mirtos, refleja la torre almenada pero también las finas arquerías de acceso a la sala de la Barca y al salón de Embajadores.

Los azulejos, relieves de arabescos y bandas epigráficas con relatos coránicos rodean la vista en cada estancia. Entramos a la zona privada del monarca, doce leones vertebran el acceso a elegantes galerías arqueadas que, a su vez, protegen las suntuosas salas del sultán y sus esposas. Salas, galerías, agua… todo ello forma una alegoría que traza la idea del paraíso descrita en el Corán. Por cierto, la fuente de los Leones (s. XIV) representan una de las escasísimas esculturas con representaciones de animales de arte islámico en el mundo, un extremo contrario al libro sagrado del islam.

Con sus fastuosas bóvedas de mocárabes, las salas de los Abencerrajes, de los Reyes, de las Dos Hermanas y de los Ajimeces completan las zonas más espectaculares de este conjunto residencial. Bellos poemas tallan las paredes de las estancias. Se calcula que en total hay cerca de 10.000 inscripciones.

Los jardines del Partal se extienden hasta la torre de las Damas. La naturaleza, el verdor, la vida… siempre presente en la Alhambra. Nos dan acceso al Palacio de Carlos V, financiado con los impuestos de los moriscos y firmado por Pedro Machuca. Aunque se pensó como residencia para el emperador, todo apunta a que no fue habitado en ningún momento. Su inconfundible y sobrio patio interior circular, exponente del clasicismo, se complementa con una fachada renacentista. No resulta raro pensar, al menos la primera vez que uno visita la Alhambra, qué pinta esa pétrea “plaza de toros” ahí. Pero… las religiones, las conquistas y los decisores tienen estas cosas.

Junto a la Alhambra se alzó en el siglo XIV una residencia veraniega mayestática. Un lugar de retiro y descanso formado por excelsos jardines y huertos y la villa propiamente residencial. El núcleo principal de las construcciones es el patio de la Acequia, la imagen más fotografiada del Generalife. El rumor de sus aguas y el aroma de sus flores complementan esta oda al paisajismo y el placer para los sentidos. Terrazas, miradores, acequias, patios y… antiguos amoríos reales tejen una atmósfera en la imaginación del visitante que le transporta a un oasis donde el tiempo parece fluir sin fecha de caducidad. Nenúfares, ranas juguetonas, caños que expulsan aguas cristalinas, flores… es como sumergirse de lleno en un paraíso celestial desde la evocadora naturaleza.

La Plaza Nueva y la Carrera del Darro son escenarios que han de recorrerse al atardecer. Aunque en otros tiempos la caminata concluía en el Paseo de los Tristes, llamado así por ser el trayecto que seguía el cortejo fúnebre hacia el camposanto, en la actualidad este itinerario derrocha romanticismo y placidez. La Alhambra asoma su rostro iluminado bajo la luz de las estrellas, y palacios y viajeros se dan cita cada noche con este camino que respira junto al río.

A muy corta distancia, y ubicado en un emplazamiento inmejorable, se encuentra el Hotel Casa del Capitel Nazarí, en el barrio de Albaizín, frente a la Alhambra y muy cerca de la Plaza Nueva, auténtico centro neurálgico de la ciudad (apunte: existe un amplio espacio habilitado para el estacionamiento de motos, por lo que podremos aparcar nuestras monturas a escasos metros del hotel).

Se trata de un palacete adintelado con columnas toscanas, capiteles corintios, vigas cromadas árabes, artesonado renacentista y dos columnas romanas. Destaca su capitel nazarí tallado en alabastro, que lo convierte en una pieza única.

Desde el luminoso patio principal, típico andaluz, se accede a las dieciocho habitaciones del hotel, todas ellas tienen una decoración característica árabe y están totalmente equipadas. Se rehabilitó en 2012 respetando los materiales originales para mantener el carácter del siglo XVI, fecha de la que data la construcción.

La Casa del Capitel Nazarí recibió el Premio al Prestigio Turístico de la Ciudad de Granada en el año 2006, y dispone de distintos reconocimientos de calidad, además de excelentes calificaciones de los propios usuarios, por lo que será una magnífica elección si queremos pernoctar en un lugar con encanto dentro del corazón de Granada.

Sierra Nevada
Sierra Nevada es un sueño. Por un lado, es la estación de esquí más al sur de toda Europa, con más de un centenar de kilómetros esquiables –y 120 pistas balizadas-. En su interior se yergue el Mulhacén, que con sus 3.478 metros descansa sobre un mar que ondea calmo a escasos 35 kilómetros en línea recta desde sus dominios. Por otra lado, nieve y arena, arena y nieve, están separados por una hora de conducción. La diversidad de paisajes y el contraste entre las poblaciones del entorno, muchos de ellos encaramados en las laderas de las distintas caras de la montaña, hacen de este rincón uno de los paraísos más espectaculares de Europa. No en vano, fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1986. Tres años después, adquiría la condición de Parque Nacional.

Sierra Nevada en moto.

La montaña del sol, Sulayr. Así es como los árabes llamaron a Sierra Nevada, una denominación que ha sido recuperada para bautizar al GR-240, el gran sendero circular más grande de España: en total, 300 kilómetros de recorrido a través de caminos, veredas y vías pecuarias que incluyen el acceso hasta El Dornajo y el jardín botánico de la Cortijuela. Representa, además, una alianza natural entre el Parque Nacional y el Parque Natural de Sierra Nevada. Así que para los viajeros a quienes les guste cambiar las botas de moto por botas de trekking… tienen faena por delante.

La carretera que asciende a Sierra Nevada desde Monachil es también recomendable. Enclavado en un fértil valle y mirando hacia la vega de Granada, este encantador pueblo serrano encierra en su término un paraje asombroso: el desfiladero de los Cahorros. Se trata de una sucesión de túneles, escarpadas y saltos de agua, culminada con su puente colgante de más de medio centenar de metros.

Uno de los lugares más espectaculares para disfrutar de una estancia única con vistas a El Veleta es el Hotel HG Maribel de Sierra Nevada. Nada como subir con la moto hasta casi tocar el techo de España para abrir y cerrar los emocionantes capítulos que una visita a esta nívea perla de Andalucía depara. Desde la Alhambra hasta las formidables instalaciones en las que reposamos nuestros sueños, 36 kilómetros de curvas y ascensión, por un asfalto que salva un desnivel inserto en el vértigo.

El HG Maribel se encuentra a pie de pistas en la zona media de la estación de esquí, con impresionantes vistas sobre Sierra Nevada. Así que los amantes de los deportes de invierno estarán de enhorabuena, pues es posible salir esquiando del propio hotel. Cuenta con 31 habitaciones entre individuales, dobles, triples, cuádruples y una suite, todas ellas muy cómodas, exteriores y totalmente equipadas. Algunas además disponen de una pequeña terraza, lo que contribuye a aumentar aún más, si cabe, la sensación de bienestar y contacto con la naturaleza. Las instalaciones son ideales para disfrutar de una estancia inolvidable.

Para terminar, nada mejor que hacerlo con una cita que nos sirve para quienes ya conocen los atractivos granadinos y, en paralelo, para quienes todavía han de sucumbir a ellos. En palabras de William Shakespeare: “Todo curioso viajero guarda a Granada en su corazón, aún sin haberla visitado”.

Texto y fotos: Quique Arenas // Acción: Antonio J. Borrego

 

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

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