El país con las fronteras más antiguas de Europa

Sus más de tres mil horas de sol a lo largo de los más de ochocientos cincuenta kilómetros de costa bañados por el Océano Atlántico, hacen de Portugal, nuestro país vecino, uno de los lugares más solicitados por los viajeros.

Aunque actualmente se encuentra dividido en siete regiones -norte, centro, área metropolitana de Lisboa, Alentejo,  Algarve,  Región Autónoma de Azores y Región Autónoma de Madeira- aquí nos referiremos a las regiones históricas para así poder hablar por ejemplo de Trás-os-Montes, Las Beiras, Extremadura o Ribatejo.

Hablar de Portugal es hablar de José Saramago, ¿Quién mejor que el premio nobel portugués para enseñarnos su maravilloso entorno?

A través de su obra Viaje a Portugal el autor realiza un itinerario que va desde la región de Trás-os-Montes en el norte, hasta el Algarve en el sur y desde Lisboa al oeste hasta  la región este del Alentejo. Para Saramago conocer un país significa comprender su paisaje, su cultura y el pueblo que lo habita. El propio autor en el prólogo nos señala sus intenciones, descartando la idea de que su novela sea una guía de viajes y con la idea de que aunque va a ir donde siempre se va, también paseará por donde no se va casi nunca.

“(…) Se  hallarán los lugares selectos del paisaje y del arte, la faz natural o transformada de la tierra portuguesa: pero no se impondrá forzadamente un itinerario, ni se orientará hábilmente, sólo porque las conveniencias y los hábitos acabaron por hacerlo obligatorio”

Y continua hablando de que su libro es la historia de viajero y viaje reunidos en una intencionada fusión, ya que cuando alguien viaja por su país está realizando un viaje por dentro de sí mismo, por la cultura que lo formó y le sigue formando. Muestra el libro como ejemplo y no como modelo a seguir, invita al lector a realizar sus propios itinerarios equivocándose de lugares y así descubriendo unos nuevos.

“La felicidad, sépalo el lector, tiene muchos rostros. Viajar es, probablemente, uno de ellos. Entregue sus flores a quien sepa cuidar de ellas, y empiece. O reempiece. Ningún viaje es definitivo”

El autor a través del personaje denominado “el viajero” huye tanto de las grandes obras arquitectónicas como de los lugares concurridos y visitados por los turistas, por lo que a través de este fantástico libro se puede conocer  esos rincones,  calles, itinerarios que habitualmente están olvidados y que sólo los podemos conocer si nos salimos de las rutas establecidas y nos entrelazamos con las gentes del lugar.

“Viajar no es señalar sitios en un mapa sino construir mapas nuevos con nuestras vivencias” J.J. Millán

Miguel Torga en su obra Portugal muestra a través de sus catorce capítulos titulados con los nombres de las diferentes zonas, regiones o distritos del país luso, una visión donde se confunde lo físico con lo emocional.  De norte a sur va mostrando a través de sus recorridos geográficos su visión y reflexión de las gentes del lugar  desde el punto de vista cultural e histórico. El trasmontano escritor habla de su zona natal como “reino maravilloso”, me encanta como la describe tanto desde el punto de vista literario como lo que implica en sus carreteras, ya que éstas con sus subidas y bajadas a los amantes de las dos ruedas nos dan un juego tremendo.

“Una inmensidad de tierra gruesa, pedregosa, bravía, que tan pronto se levanta a pulso con un ímpetu de subir al cielo como se hunde en unos abismos de angustia, por una especia de misteriosa condición telúrica”

Pero si hay un autor que describe la zona trasmontana con gran detalle y delicadeza  ese es Julio Llamazares en su obra Tras-os-Monte: Un viaje portugués. Su obra comienza y acaba en la ciudad medieval de Braganza, al norte del país. El autor, originario de León, recorre los lugares y al no ser su tierra natal, no sólo escribe lo que ve sino que también entrevista a los lugareños que encuentra paseando por las calles, visitando las grandes fortalezas, en mercados o lugares de hostelería. El autor cuando habla acerca de su libro dice que si sigues su libro verás que es la mejor manera de no llegar a ningún sitio, pero si realmente lo sigues compruebas que va dando tal nivel de detalle que a veces es hasta abrumador.

“Los últimos kilómetros antes de llegar a Chaves son como un sueño. Lo eran ya desde el castillo de Monforte, con el monte en primer plano y la vega allá, a lo lejos, pero lo son aún más a medida que el viajero se aproxima a la ciudad, que resplandece como un espejo bajo el resol de la tarde”

Recorrer mil kilómetros en su moto por el litoral portugués y después contarlo  fue lo que le llevó al periodista Paulo Moura a conseguir ser vencedor en la primera edición del Gran Premio de Literatura de Viajes Maria Ondina Braga, con el libro El extremo occidental: Un viaje en moto por la costa portuguesa, de Caminha a Monte Gordo.

A través de sus seis capítulos, el autor recorre la costa portuguesa desde Caminha a Sagres y desde ahí hasta Monte Gordo. Pero lo hace no sólo como un viajero, sino como un reportero, es decir, buscando la historia, volviendo una y otra vez al sitio, desviándose del itinerario.

“Es un viaje prodigioso e inolvidable. Es el gran viaje portugués. Podemos hacerlo una vez en la vida o a lo largo de toda una vida, pero no debemos evitarlo”.

Moura coge su Triumph Tiger 800, su tienda de campaña y su bloc de notas y empieza a rodar entre sinuosas, desiertas o turísticas carreteras, entre dunas y pinares, subiendo montañas costeras, atravesando estuarios, ríos, rías, lagunas y cómo no, ciudades de mar.

“El Oporto a pie y el Oporto motorizado son ciudades diferentes. Cambia el alcance y la dimensión del territorio posible, pero también los elementos del paisaje, que aparecen o desaparecen según el medio de transporte. Lo que se ve durante un viaje en coche es completamente diferente de lo que aparece en un paseo en moto (…) Es sorprendente cómo el mismo recorrido se transfigura. Se diría que llevamos linternas diferentes, que iluminan ciertas cosas y dejan otras en la oscuridad”.

La capital del país ha sido descrita por muchos autores pero nadie  como el gran poeta Fernando Pessoa. Lisboa fue su “patria” y su fuente de inspiración.  No le gustaba viajar y aunque vivió fuera de su país hasta los diecisiete años , desde su vuelta  se  estableció en su amada Lisboa y escribió una guía que no se publicó hasta su fallecimiento.  En ella muestra un profundo conocimiento de una ciudad que a día de hoy se mantiene prácticamente intacta y donde en cada rincón, en cada esquina queda algún resto de los paseos de Pessoa.

Lisboa, lo que el turista debe ver propone una ruta por los principales monumentos y barrios de la ciudad.

“Sobre siete colinas, que son otros tantos puntos de observación desde donde se puede gozar de los más espléndidos panoramas, se esparce la vasta, irregular y colorida masa de casas que constituye Lisboa”

El inicio del paseo que el escritor luso propone es el que actualmente realizan tanto los Free tours, como los viajes organizados por la ciudad.

“Podemos avanzar hacia el centro de la ciudad –prosigue Pessoa– por cualquiera de las tres calles que desde allí parten hacia el norte”. Se trata de la Rua do Ouro, a la izquierda; la Rua Augusta (la del arco), en el centro; y la Rua da Prata, a la derecha. Si lo hacemos por la Rua Augusta tendremos a la izquierda uno de los monumentos más destacados de Lisboa: el elevador de Santa Justa, “Esta es una de las vistas –dice Pessoa– que siempre suscita gran admiración a los turistas”.

Viajar por Portugal es como escribir un poema, todo el trayecto y su recorrido está lleno de fantasías y sorpresas.