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American Dream: de Miami a Nueva York American Dream: de Miami a Nueva York
Cuando oí hablar de este proyecto, allá por septiembre del pasado año en la BMW Rider de Formigal, pensé que me encantaría formar parte... American Dream: de Miami a Nueva York

Cuando oí hablar de este proyecto, allá por septiembre del pasado año en la BMW Rider de Formigal, pensé que me encantaría formar parte de él. Viajar y las motos son mis dos pasiones, así que un viaje en moto por el continente americano sonaba de ensueño. Para los que no sepáis qué es esto del América 2, os cuento que es un viaje que recorrerá este continente, de Norte a Sur y de Sur a Norte, donde 30 equipos de 4 pilotos, de diferentes nacionalidades, se irán relevando en etapas de 10 a 14 días a los mandos de las nuevas BMW GS 1200 Adventure.

Poco a poco este sueño se fue tornando en realidad, me seleccionaron para formar parte del equipo femenino español que haría la primera de las etapas, la costa Este de los Estados Unidos, de Miami a Nueva York. Esto era lo único que la organización nos marcaba, inicio y fin de etapa, el resto corría por nuestra cuenta.

Fueron meses de ir preparando el viaje, con la lista de imprescindibles que visitar, reservando vuelos y hoteles, programando la ruta, haciendo y deshaciendo la maleta, mirando el tiempo en internet y conociendo virtualmente a mis compañeras de aventura, con las que nunca había rodado.

Por parte de la organización finalmente nos acompañarían tres grandes viajeros, Emilio Quesada, Gustavo Cuervo y Alicia Sornosa, una motera incansable, con la que me ha encantado compartir esta experiencia.

Nosotras seríamos cinco, Eva y su hija Mar, que es su copiloto, Cristina, Sonia y yo. Todos juntos tomaríamos la salida, que nos dio el alcalde de Miami, Tomás Pedro Regalado, frente al Ayuntamiento de la ciudad (City Hall), el pasado 4 de abril. Algunos moteros se acercaron a saludarnos e incluso rodaron con nosotras ese primer día y al siguiente. ¡Muy emocionante!

El viaje se planteaba desde el principio, en tres partes bien diferenciadas. La primera parte transcurriría por el Estado de Florida. La segunda sería de montañas, curvas y parques nacionales. La tercera parte subiría desde Washington a Canadá, para acabar en Nueva York. Poco a poco os iré contando cómo las viví y las disfruté todas.

Primera parte: Florida
Florida es un estado muy motero y sin duda peculiar, en el que está permitido ir en moto sin el casco. Resulta muy curioso contemplar que el 80% de los moteros que nos cruzamos no lo usan. Allí han cambiado los trajes de cordura por el cuero, y las motos trail o deportivas por las custom.

Al salir de Miami nos dirigimos al Sur hasta Key West, por la US-1, atravesando infinidad de cayos y puentes cada vez más largos, que dejan ver el mar de un color azul turquesa, esto hace que valgan la pena las interminables rectas o el abundante trafico en algunos tramos. Es imprescindible llegar a la boya donde dice que Cuba se encuentra solo a 90 Millas (que, si no calculo mal, son 150 km).

De vuelta por la misma carretera y dejando atrás Miami, cerca del parque Everglades puedes ver cocodrilos campando a sus anchas en los pantanos. Es imprescindible parar en el Café 27, un bar motero con música en directo, los fines de semana el espectáculo está en el aparcamiento, en el que se dan cita cientos de motos personalizadas, de esas que te hacen girar la cabeza al verlas pasar.

Subiendo dirección Norte, pegados a la costa, paramos en Cayo Cañaveral, para hacer una visita al Centro Espacial Kennedy, que es como un parque temático del espacio. Esa misma tarde llegamos a Daytona, allí esta la mítica playa y única en Estados Unidos donde está permitido rodar por la arena, eso sí, a 16 km/hora. Quitarnos los cascos y darnos una vuelta fue una tentación a la que no pudimos y no quisimos resistirnos.

Al día siguiente nos dirigimos a San Agustín, una preciosa ciudad costera fundada por europeos en 1565. Es la localidad y el puerto más antiguo en los Estados Unidos. Fue lo último que visitamos en Florida antes de dirigirnos por carreteras rápidas hacia el estado de Georgia.

Segunda parte: Carretera de los Apalaches
Había leído mucho sobre las carreteras por las que rodaríamos los próximos días, así que al despertar la mañana del quinto día de viaje, cerca de Atlanta, estaba muy emocionada.

Desde esta ciudad, fuimos hacia el Estado de Tennesse, atravesamos una zona de lagos preciosa, buscando la intersección de la US129 con la NC28, para hacer la mítica “Tail of the Dragon”, situada en el Parque Nacional de Smoky Mountains. Es un recorrido serpenteante a lo largo de 311 curvas en 18 Millas, que después de hacerlas te saben a poco.

Los tres días siguientes, no serían menos interesantes, nos esperaba la Blue Ridge Parkway, la ruta escénica más conocida de los Estados Unidos, que transcurre por los montes Apalaches.

Cuando ruedas por una carretera llena de curvas con el asfalto perfecto, cuya finalidad es el turismo y lo haces entre semana y en temporada baja, es como estar en el cielo de las motos. Durante la ruta nos cruzamos con más animales que coches, pasamos por ríos que acompañaban a la carretera retorciéndose a la vez que esta lo hacía, contemplamos paisajes desde infinidad de miradores, donde la vista se perdía entre montañas, árboles y naturaleza viva. Sin duda, Carolina del Norte ha sido para mí lo mejor de toda la ruta.

Antes de llegar a Washington pasamos por la Skyline Drive, una carretera de montaña en la que tienes que pagar diez dólares para poder circular y que recorre el Parque Nacional de Shenandoah, donde la visita en otoño con el cambio de las hojas de los árboles tiene que ser espectacular.

Tercera parte: Buscando Niagara Falls
Reservamos un día y medio para visitar la capital del país. Washington me sorprendió para bien, eso sí, el trafico es un caos y hasta circular en moto en domingo se hace complicado. Los almendros y cerezos estaban en flor, sus parques y monumentos lucían especialmente bellos.
Después de un merecido descanso volvimos a nuestras motos, baja una intensa lluvia, que por primera vez en el viaje aparecía en serio.

Dejamos atrás el estado de Virginia dirección Pensilvania, hasta Lancaster, para visitar algunos puentes del condado de Madison (puentes cubiertos, de madera). Visitamos también una Granja Museo Amish, que nos permitió conocer un poco más las costumbres y tradiciones de esta comunidad religiosa. Es curioso verlos trabajar el campo con caballos y sin utilizar maquinaria o conduciendo carruajes en lugar de coches.

Al día siguiente seguimos rodando, buscando siempre carreteras secundarias, dirección Noroeste. Comprobamos que el paisaje volvía a cambiar y que ahora en las puertas de las casas había motos de nieve, y eso me hizo intuir que los inviernos allí tienen que ser muy fríos y duros.

Antes de llegar a Canadá, pasamos por la ciudad de Búfalo, sin tiempo para visitarla; visualmente me sorprendió al cruzar el primero de sus puentes y ver los enormes rascacielos.

Llegamos por la tarde a Niagara Falls, que están situadas en plena frontera entre USA y Canadá. Personalmente tengo que reconocer que, en ese primer momento, me impresionaron y me desilusionaron a partes iguales. La naturaleza se ha encargado de hacer algo mágico y nosotros hemos construido alrededor multitud de hoteles, atracciones, espectáculos e incluso casinos.

Aproveché la mañana siguiente que habíamos marcado las once como hora de salida del grupo para dar un paseo caminando a primera hora. Las cataratas aún estaban congeladas en algunas partes, así que parecía una ciudad fantasma: no me crucé con más de 15 personas en la hora y media que duró el paseo. Fue uno de los momentos más especiales del viaje, disfrutarlas en soledad me hizo reconciliarme con ese lugar tan especial.

De nuevo a las once estaba sobre la moto con las pilas cargadas, paseamos un poco por los alrededores, visitando algunas zonas cercanas, para volver a cruzar a la parte estadounidense enfilando ya nuestro destino final.

El día 18 entrábamos con una mezcla de emoción y tristeza en Manhattan, muy temprano paseamos por sus calles con poco tráfico. Conducir por el puente de Brooklyn o por Time Square era algo que me hacía muchísima ilusión.

Pero después de dos semanas tocaba guardar las motos en el concesionario de BMW Manhattan, ellas esperarían allí al siguiente equipo para continuar sumando kilómetros. A nosotras nos tocaba despedirnos y volver a casa, con 5.300 km recorridos, con miles de imágenes guardadas en la retina, con montones de sonrisas, amigos, experiencias y anécdotas que quedarán con nosotras para siempre.

Para Motoviajeros, texto: Rocío Toledo // Fotos: Eva Ruiz & AmericaTourBMW.

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Quique Arenas

Director de Motoviajeros, durante más de 25 años, en sus viajes por España, Europa y Sudamérica acumula miles de kilómetros e infinidad de vivencias en moto. Primer socio de honor de la Asociación Española de Mototurismo (AEMOTUR), embajador de Ruralka on Road y The Silent Route. Autor del libro 'Amazigh, en moto hasta el desierto' (Ed. Celya, 2016) // Ver libro

  • Gonzalo alarcon

    6 septiembre, 2018 #1 Author

    Hola mi nombre es gonzalo alarcon , resien compre mi gs 12000 y no tengo grupo me gustaría hacer ese viaje ,vivo en Atlanta GA . Gracias

    Responder

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