Sepúlveda y las Hoces del Duratón
Rutas en moto por EspañaRutas y viajes 30 abril, 2015 Quique Arenas 0
El Parque Natural de las Hoces del Río Duratón es uno de esos lugares que se quedan guardados en la retina. Este afluente del Duero se ha empeñado en excavar un paraje singular en el que flora y fauna se integran para formar un todo de enorme riqueza. No en vano, hace años que fue clasificado como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Una de las imágenes más iconográficas es la que forman los buitres leonados sobrevolando en silencio los desfiladeros rocosos del Parque, situado entre el embalse de Burgomillodo y Sepúlveda, en la provincia de Segovia. Es por ello que el mejor punto de partida para realizar una visita a las Hoces es esta villa, declarada Conjunto Histórico-Artístico desde 1951.
Esta ciudad, amurallada durante la edad Media, es conocida como la “Villa de las Siete Puertas”, y cuenta con un fantástico patrimonio civil y religioso que bien merecen una parada de un día completo. Al encanto de recorrer calles, plazas y santuarios medievales se le une el atractivo gastronómico por el que Sepúlveda es ampliamente conocido: los asados. Intramuros se dan cita diversos establecimientos en los que degustar la gastronomía segoviana; un aporte energético que nos ayudará a afrontar nuestra ruta con mayor entusiasmo y menores penurias.
Con respecto al alojamiento, sin duda recomendamos el Hotel Vado del Duratón, un establecimiento “amigo” de los motoristas, que además cuenta con cafetería y restaurante anexo -“Fogón del Azogue”-. Se trata de un hotel espacioso y coqueto, ubicado a escasos metros de la Plaza de España, en el que la atención y el detalle se cuidan con absoluto mimo. No solo en lo referido al descanso. El trato humano -en nuestro caso fuimos recibidos por Estrella Sobrino… un 10 en agrado y profesionalidad- y el planteamiento que el hotel ofrece a sus huéspedes es completamente gratificante e innovador. Ah… y no os perdáis el desayuno: delicioso y mayestático.
Así lo comprobaron también Francisco “Karakoles” y Valerie, con quienes coincidimos compartiendo hoja de ruta: dos entusiastas viajeros que se desplazaron desde Benidorm a lomos de sendas motos de trail de media cilindrada. Podéis echar un vistazo a sus aventuras a través de su web rutaperfecta.com
Como os íbamos contando, hay mucho que ver en Sepúlveda. La plaza mayor, que tiene incrustado como telón de fondo el castillo del conde Fernán González, es el punto de partida a nuestra visita turística. Mientras buscáis algunas de las famosas puertas de la Villa -como la del Río, la de la Fuerza o la del Azogue o Ecce Homo-, podéis perderos en la calle Barbacana, centro neurálgico en el que se concentra la mayor actividad comercial y social.
Si os fijáis bien, encontraréis numerosos escudos y blasones jalonando las fachadas de este conjunto monumental, salpicado de casas palaciegas tan imponentes como la Casa de los Proaño -conocida como la Casa del Moro-, un magnífico exponente histórico de corte plateresco.
Muestras del románico segoviano son el Santuario de la Virgen de la Peña, similar en planta a la Iglesia del Salvador, la iglesia de los santos Justo y Pastor y la bellísima iglesia de San Bartolomé, la más antigua de toda la provincia de Segovia. Su construcción se inició en torno a al año 1093, y está situada en lo más alto del promontorio, como enhiesta torre vigía.
Dejamos atrás Sepúlveda y ponemos rumbo a las Hoces a través de un precioso tramo de unos 15-20 kilómetros que culminan en una pista en buen estado. Hay aparcamiento público, por lo que resulta cómodo estacionar las motos y realizar un pequeño paseo hasta la Ermita de San Frutos, antiguo conjunto monástico encajonado entre los abismos esculpidos por el Duratón. Se trata de un fabuloso balcón desde el que contemplar el cordal principal de la Sierra Norte de Madrid, pero también los baños de sol y elipses pausadas del buitre leonado, auténtico amo y señor de las cárcavas y los cielos que aquí nos contemplan. Imprescindible: no olvidéis unos buenos prismáticos y una cámara de fotos con teleobjetivo. ¡No os arrepentiréis!
Texto y fotos: Quique Arenas.-
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